Aquí no hay escrúpulos, ni código de ética, ni principios, menos arrepentimientos ni llamados a la razón que valgan. Algunas personas han prostituido de tal forma al periodismo, que lo han convertido en una mercancía que se vende como gallinas en promoción. Ciertos reporteros llevan su profesión, conciencia y alma atados a la billetera del mejor postor.
No de otra forma se puede calificar la infame, detestable y calumniosa información aparecida en un medio local dedicado a la crítica malsana en dos entregas consecutivas, donde aparecen titulares como “Alcalde de Ibagué falsificó firma de un muerto para adueñarse de tierras” y “Sombrío negocio del alcalde de Ibagué con un muerto”, aparecidas el 11 y 12 de mayo respectivamente. De la lectura de los textos, se desprende un sesgo tendencioso, temerario y mentiroso destinado a causar daño y desprestigiar a Guillermo Alfonso Jaramillo, su esposa Vilma y por ende la administración que orienta.
Fue una información montada y fabricada solo con ese fin. Allí no hubo equilibró ni se confrontaron las fuentes de la noticia, pese a lo delicada que era y que se comprometía la honra de dos personas conocidas e intachables en sus conductas, sobre todo en el manejo de la cosa pública. El medio pese a que dice haber estado en el cementerio del Líbano, no se preocupó por entrevistar o consultar a la familia de Gabriel Jaramillo para conocer su opinión acerca de la falsa denuncia que hacía, tampoco buscó otras fuentes como los directos afectados, el Alcalde de Ibagué y su esposa, mucho menos ir a la notaria a constatar que había sucedido en realidad.
Pero lo más aberrante, sin duda, es que el medio no presentó la prueba fundamental que ha debido de ser el peritazgo de un grafólogo o de la autoridad competente que dijera si la firma de Gabriel Jaramillo Roncancio había sido suplantada por Guillermo Alfonso, que era la substancia del malévolo informe; simplemente se limitó a presentar copias irrelevantes de las escrituras y fotografías del cementerio para decorar tamaña falsedad.
No hubo equilibrio, objetividad ni ética periodística en la información. La equidad e imparcialidad se pisotearon, porque no se dio oportunidad a los protagonistas de la historia de hablar, de exponer sus puntos de vista. Y lo peor aún, partiendo de supuestos, se condenó al mandatario local a 12 años de prisión, sin tener en cuenta que los únicos autorizados para ejercer esa función son los jueces no los medios ni los periodistas.
Se faltó al respeto y responsabilidad en la elaboración de esas notas; solo se buscaba aviesa y planificadamente causar daño y desprestigio a la honra de una persona. Eso no lo escribió un periodista con mínimo conocimiento de su profesión ni capacidad de análisis, mucho menos independencia, fue preparada por un tinterillo que tiene intereses oscuros en ese tipo de publicaciones, donde el supuesto reportero solo actúa como instrumento dócil y servil; además de recibir una paga por esos ‘trabajitos’, que obviamente no hace gratis.
Pero a las 48 horas de haberse publicado las notas, cuando se cayó el andamiaje del montaje con las declaraciones del hijo mayor de don Gabriel y jefe de la familia Jaramillo, Ariel Jaramillo y el abogado Gonzalo Parra, quienes participaron en todo este proceso de venta del predio y posterior escritura de servidumbre para el paso de un proyecto de canal de aguas tomadas del río Sabandija al lote El Retorno, Cambio.In, guardó sepulcral silencio y el día 13, cambio totalmente de tema y publicó un contrato que Luis H. hizo por 400 millones de pesos para un estudio estratégico de movilidad que no sirvió para nada, mientras los demás medios a la fuerza simplemente reseñaron el hecho, pero sin el escándalo, ni espacio ni el tiempo que le dedicaron al primero y sin aclara que no había existido falsedad de ninguna firma y que el escrito era una farsa.
Este veneno es amplificado por otros medios radiales e incluso impresos, que cumplen la labor de cajas de resonancia de algo que previamente está acordado y, como loros, sin verificar ni confirmar, caen en la misma actitud rastrera del primer emisor. Este tipo de ‘periodismo’ manipulado da asco y verdaderamente huele a mierda, a cloaca.
En todo este montaje de noticias simuladas, hay una mano negra y peluda con musculo financiero que no se detiene ante nada. No es la primera vez que el portal al que hacemos referencia lanza difamaciones contra el alcalde, es sistemática esa tarea, donde se le da cabida desde las necesidades fisiológicas de la mascota del mandatario hasta el desocupado de la plaza de Bolívar que quiera hablar mal de este. Obviamente, algunos noticieros de radio, que saben lo que están haciendo, copian textualmente y sin ningún rubor lanzan al aire la misma inmundicia.
No queremos pensar que esta campaña forme parte de un plan desestabilizador por parte de los corruptos que perdieron el poder en las pasadas elecciones y que denunciamos oportunamente en una columna publicada el 29 de enero del corriente año, encabezados por un conocido empresario que está perdiendo jugosos contratos y elevados arriendos con la administración Jaramillo (Ver: ¿Las mafias viudas del poder tras Jaramillo?).
A ello se agrega, sin lugar a equívocos, la manera de responder de algunos medios de comunicación, especialmente noticieros radiales, que sienten amenazada su pauta publicitaria, porque no tendrán los millonarios ingresos de anteriores gobiernos que en lugar de invertir en los beneficios de la publicidad, compraban el silencio de periodistas y medios para que callaran los hechos delictuosos y terminaban comiendo en el mismo plato de la corrupción. Razón tiene Juan Gossaín cuando afirma que los periodistas que se venden y no guardan la independencia, objetividad y veracidad frente a sus fuentes y a los funcionarios, acaban siendo tan corruptos como estos, puesto que se convierten en cómplices. Recientemente, en mayo 20, escribimos un artículo sobre este tema (Ver: Jaramillo, víctima del show mediático).
La verdadera historia de El Espejo
EL Espejo, es una finca de 295 hectáreas, localizada en la vereda Santo Domingo del municipio de Armero-Guayabal, dividida en cinco predios, donde se encuentran La María y El Recreo, este último de 27 hectáreas 805 metros, que compró Guillermo Alfonso Jaramillo por 33 millones de pesos, según avaluó catastral que se acostumbra hacer en todas estas transacciones.
La escritura se firmó el 28 de diciembre de 2011, no falseó la firma de ningún muerto, puesto que la que aparece es la del legítimo propietario Gabriel Roncaso. Y en este documento no se presentó ningún problema y fue legal todo lo actuado.
Por declaraciones de Ariel Jaramillo, hijo de Gabriel, se puedo establecer que su padre atravesaba una situación de iliquidez crítica y que los acreedores que tenía estaban a punto de embargarle todo el globo que constituye la finca El Espejo, por deudas aproximadas a los 340 millones de pesos.
“Nadie nos prestaba, incluyendo los bancos por los problemas que teníamos”, afirma Ariel Jaramillo, quien agrega: “Ante esta situación, solo nos quedaba acudir a Guillermo Alfonso, familiar de mi papá y yo hice esa diligencia. Él me dijo que no tenía dinero, pero que iba a ver que hacía para solucionarnos el problema”. Efectivamente, el hoy Alcalde de Ibagué, hipotecando su casa de Florida Blanca, zona metropolitana de Bucaramanga, cuando este residía allí, consiguió el dinero y se lo prestó a su tío Gabriel.
Ariel Jaramillo, reconoce la generosidad y la ayuda oportuna que les prestó Jaramillo Martínez, para salvar la finca El Espejo, y sacarla de un inminente remate por los acreedores.
Luego, don Gabriel Jaramillo, en vida, en un acto de reciprocidad para con su sobrio Guillermo Alfonso, por este haberle salvado su finca, autorizó al abogado Gonzalo Parra, para elaborar la minuta de la escritura de servidumbre de agua del río Sabandija afectando el predio La María en beneficio del predio El Retorno, para la construcción de un canal o conducción por tubería del vital líquido en un tramo cercano a los dos kilómetros. El valor de esta transacción fue de un millón de pesos.
Hasta el momento, esta servidumbre no ha sido utilizada por el propietario de El Retorno, Guillermo Alfonso Jaramillo, por razones económicas, la obra vale más de 300 millones de pesos, y el beneficiario no dispone de ese dinero.
La escritura de esta servidumbre, fue levantada el 10 abril de 2012, y en esta fecha firmada por Gabriel Jaramillo Roncacio, en la notaria Primera, a cargo de Doria Mora Urrego; por razones de trabajo el beneficiario Guillermo Alfonso Jaramillo, quien se encontraba por la época desempeñando el cargo de secretario de Salud de Bogotá, solo pudo suscribirla hasta finales de mayo, al igual que su esposa Vilma Gómez Cano.
Don Gabriel Jaramillo murió el 12 de junio de 2012, es decir, 62 días después de haber firmado este documento, en el hospital regional del Líbano, afectado de una enfermedad cardiaca, según su hijo Ariel, y no le decían “El Caballista” ni era mafioso, como lo da a entender el precitado portal. Era un finquero y agricultor ampliamente conocido en la región y gozaba de buena reputación.
El decreto 2148 de 1983, artículo 10, le otorga dos meses a los notarios de plazo para legalizar el documento, y el artículo 9º de la misma norma establece: “La escritura será firmada, numerada y fechada en un mismo acto. Sin perjuicio de las normas especiales previstas en la ley para los testamentos, excepcionalmente y por causa debidamente justificada, el notario podrá aceptar su otorgamiento en diferentes momentos sin que por esto se afecte su unidad formal. Procederá entonces a numerarla y fecharla con la firma del primer otorgante y una vez suscrita por los demás comparecientes, la autorizará. En este caso sus efectos se retrotraen al momento de la primera firma”.
La notaria Primera olvidó numerarla y fecharla el 10 de abril de 2012, que fue cuando Gabriel Jaramillo Roncancio estampó su firma, como el primero de los intervinientes en este documento; y lo vino hacer el 11 de julio con la numeración que se llevaba en este mes (1854). La falla que se presentó, y que en el peor de los casos da para una sanción disciplinaria, fue de la notaria y no de Guillermo Alfonso o de su esposa Vilma.
En conclusión, no hubo falsificación de firma de ningún muerto en esta escritura que es la del escándalo fabricado y acomodado; además, este caso, a juicio de abogados distintos a Wilson Leal, y de un exnotario, no es el primero ni será el último, en diversas partes del país se ha presentado, bien por errores en el orden cronológico de numeración, o por la muerte de uno de los firmantes, en pleno proceso de escrituración.
Preguntas subyacentes
Pero algo que, al menos, deja preguntas para formular, es la aparición de elementos subyacentes en este caso, como que el poderoso empresario Henry Escobar, es propietario de la finca El Palmar, vecina de El Espejo, que se la compró al exministro Alfonso Jaramillo Salazar, padre de Guillermo Alfonso, cuando era casado con una sobrina de este.
Según, Ariel Jaramillo, la finca El Palmar ha ido creciendo con las anexiones de nuevos predios efectuados por su propietario con la compra de tres fincas más, que la dejan en unas 500 hectáreas, pero que al parecer tienen dificultades de agua sobre todo en tiempos de sequía.
En vida, don Gabriel Jaramillo le propuso a Escobar la realización de un proyecto para construir un canal de aguas tomadas del río Sabandija, que pasara por el predio Cabandia, que forma parte de El Espejo, para solucionar el problema de agua pero el empresario lo rechazo. Ahora, con el fenómeno de El Niño, parece que el distribuidor de licores tuvo graves problemas de agua en su finca El Palmar para mantener animales y agricultura, por lo que acudió a los herederos de don Gabriel, para revivir el proyecto de su padre, con tal mala surte, que estos ahora fueron los que se negaron.
Para nadie es un secreto la terrible enemistad entre Guillermo Alfonso y Henry Escobar, que ha llevado al alcalde de Ibagué a quitarle jugosos contratos de arrendamientos y otras gabelas de que gozaba con administraciones anteriores, y ahora con la suspensión de venta de licores en conciertos y espectáculos públicos de la jarana que llaman folclor, cosa que me imagino ha quebrantado ostensiblemente los bolsillos del empresario.
Estas situaciones nos generan algunos interrogantes: ¿Guillermo Alfonso Jaramillo no pudo sospechar que uno de los interesados en que se rematará la finca El Espejo, podría ser Henry Escobar para quedarse con ella, agrandar El Palmar y poder solucionar el problema de agua; y para tirarse el negocio, hipotecó su casa en Florida Blanca?
Y como una respuesta obvia de Escobar a esta situación, ¿el empresario de licores no estaría interesado en patrocinar este falso escándalo?
¿Qué intereses tiene el abogado Wilson Leal, en incendiar el ambiente con sus comentarios ‘jurídicos’ en los diferentes medios, con cosas que ni el mismo se cree? ¿Quién paga sus honorarios? Porque no creemos, sinceramente, que este togado trabaje gratis.
¿Por qué el litigante Wilson Leal, no nos cuenta sus historias ´jurídicas’ cuando compartía oficina con el arquitecto del fraude los escenarios deportivos de Ibagué, el abogado Orlando Arciniegas en la administración de Jorge Tulio Rodríguez?
Siendo el adalid de la honestidad y la pulcritud que dice representar, ¿por qué Wilson Leal, calla toda la corrupción que encarnaron ‘Los Trillizos’? ¿Cuándo dice algo de esto? Lo estamos esperando.
Los interrogantes por la conducta y procederes de este abogado son hartos, pero el espacio no nos alcanza.
En esta campaña de desprestigio contra la administración de Guillermo Alfonso Jaramillo es bueno reconocer el valor de AngloGold Ashanti, que al menos hace las cosas a la luz del día, a través de sus directivos, se reúne en el café Juan Valdez de la 37, con periodistas ¿o vendedores de publicidad? y con el ex superasesor de Luis H., Agustín Angarita, o “el parlanchín-zalamero”, como lo llama Henry Rengifo, posiblemente para planificar las próximas tareas.
Esta campaña de desestabilización continuará, y solo cumpliendo su programa de gobierno Jaramillo podrá contrarrestarla, porque de su tesón y capacidad de trabajo nadie duda, muchos menos de su honorabilidad*.
*Las opiniones expresadas por los columnistas no corresponden necesariamente con las de este portal.