La Feria Internacional de Café en Planadas: una respuesta coherente a un mercado de especialidad
Desde que inicié mi recorrido por el increíble mundo del café de especialidad hace más de seis años, he sido testigo de un fenómeno que trasciende el mero consumo de una bebida; he observado un verdadero cambio en las vidas de cientos de familias tolimenses.
Este sector, que ha mostrado un crecimiento inusitado, ya se convirtió en una vía de subsistencia digna, mejorando la calidad de vida de productores y comunidades. Ya no son las oficinas lo que motivan a las nuevas generaciones, sino el campo y el esfuerzo de sus generaciones.
A nivel global, el mercado del café de especialidad ha crecido a una tasa compuesta anual de entre 10 y 12%. Esta tendencia no es casualidad; responde a un creciente interés de los consumidores por la calidad y el origen del café. En mercados emergentes, como Asia y América Latina, la demanda del café obedece también a un proceso ético en donde gana no solo el caficultor, sino toda una cadena de actores esenciales para el desarrollo de una taza.
Ahora sí, lo consumidores están dispuestos a pagar un buen precio por cafés que ofrecen una experiencia sensorial única, lo que a su vez ha impulsado el auge de cafeterías de especialidad y el comercio directo entre productores y consumidores. Primero pensamos que el consumidor de nuestra región no pagaría $ 4000 o más por una taza de café especial, hoy, es una realidad que los procesos educativos de los nuevos emprendimientos han generado formas contemporáneas de pensamiento y es este el mercado que busca un gran café, ya no por su precio, sino por su calidad.
Cuatro mil pesos se nos hace muy poco para un proceso en el que se involucran tantas familias y futuros, desde el campesino, pasando por el equipo de calidad, recorriendo la trilladora y su tostador para finalmente llegar a un barista que sacará de ese café el mejor proceso para boca. Todos, de lunes a viernes, dedicados a estudiar, procesar y entregar en producto inigualable.
A pesar de la falta de conocimiento por parte del consumidor, Colombia, uno de los pilares del café en el mundo, ha sabido capitalizar esta tendencia. La producción de café de especialidad en el país ha aumentado considerablemente, enfocándose en la calidad y la sostenibilidad.
De acuerdo con diversas estimaciones, el segmento de café de especialidad en Colombia ha crecido entre un 15 y un 20% anual. Esta expansión no solo refleja el interés del consumidor local, sino también una transformación en la forma en que los productores abordan la agricultura. Las iniciativas de sostenibilidad y las certificaciones de calidad han permitido a los caficultores acceder a mercados más lucrativos y asegurar un futuro más prometedor.
Sin embargo, es crucial destacar que este crecimiento no debe ser visto como un fenómeno aislado, pues está intrínsecamente ligado a una nueva conciencia sobre el consumo responsable y a un deseo de conectar más profundamente con el origen de lo que consumimos. Cada taza de café de especialidad cuenta una historia de esfuerzo, dedicación y, sobre todo, esperanza. Y es que no es solo el producto como tal, sino todo lo que se desprende de su mercado, como productos y accesorios que impulsan la identidad cafetera en los colombianos, y aquí incluimos a los creativos artesanos que producen derivados del café.
El auge del café de especialidad representa, por tanto, una oportunidad para redefinir el futuro del agro colombiano, esta vez en convivencia con lo natural. A medida que la demanda global continúa en aumento, es vital que se sigan promoviendo prácticas sostenibles que beneficien a todos los actores de la cadena.
En este camino, el café no solo es un producto, sino un motor de cambio social, económico y ambiental. Es una invitación a apreciar cada sorbo, a valorar el esfuerzo detrás de cada grano y a comprometernos con un consumo que impulse la dignidad y la calidad de vida en nuestras comunidades. Ya hemos superado la conversación del costo, ahora continuamos en la del aprendizaje, saber catar los cafés que llegan a nuestra casa y entender el origen y proceso de cada uno.
Finalmente, la Feria Internacional de Café que se realizará del 1 al 3 de noviembre en Planadas, es un escenario prolífico para el diálogo de saberes y el encuentro entre compradores internacionales y cafeteros locales, pues llama la atención la inclusión de las variedades tradicionales, que siempre he considerado la puerta de entrada a los varietales porque, si sabemos leer nuestro mercado, los Castillos, Supremos, Catimore, entre otros, ofrecen acidez, complejidad y un gran cuerpo, lo que nos recuerda el sabor de antaño del café fuerte de finca, de casa.
Será una gran alegría visitar Planadas con muestra de cafés del Líbano y poderlos compartir con compradores de Malasia, Taiwán, Chile, China, Alemania, Japón, Reino Unido, Austria, entre otros países.