Los más de $8.035 millones que se destinaron para las fiestas de este año no solo representan un derroche administrativo, sino también le quitan la posibilidad a la ciudadanía de ver resueltos algunos de los problemas cotidianos que más los aquejan.
Para empezar, esta versión de las fiestas en Ibagué es dos veces más cara que el Festival del Bambuco que se realiza en Neiva, evento que tiene un presupuesto estimado de $4.500 millones y que, a lo largo del tiempo, se ha destacado por su organización y por la calidad de las muestras artísticas y culturales.
¿Pero qué podríamos hacer los ibaguereños si en lugar de pagar unas fiestas llenas de sobrecostos, nos preocupáramos por satisfacer las necesidades de la comunidad?
Por ejemplo, si tenemos en cuenta que, en promedio, la Alcaldía de Ibagué invierte cerca de $350 millones en la pavimentación de una vía barrial, con la mitad del presupuesto destinado para las fiestas se podrían arreglar alrededor de 10.000 metros cuadrados de calles en los barrios más olvidados por la administración.
Incluso, aún invirtiendo los mismos recursos que Neiva, el presupuesto restante podría ser destinado para entregar cerca de 40 soluciones de vivienda para familias que se hayan visto afectadas por emergencias invernales.
Ahora bien, sin duda alguna, en lugar de contratar almuerzos, tiquetes aéreos, aguardienteras y otros elementos con sobrecostos, estos recursos podrían ser utilizados para recuperar de manera integral la Concha Acústica Garzón y Collazos, un espacio que el “hurtadismo” le quitó a la ciudadanía y que, al parecer, se empeña en mantener destruido.
Por supuesto, en Ibagué las necesidades abundan. Nuestra ciudad se debate entre el hambre, la sed, la inseguridad y el caos. Por eso nos duele que el limitado presupuesto del Municipio se derroche de manera vergonzante. Ibaguereños e ibaguereñas: ¿hasta cuándo vamos a soportar que nos gobiernen con tanto desprecio?