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Ella es Mery Poveda: la mujer que cuida de El Salado desde hace más de 50 años

Hay historias dignas de contarse por sí mismas, como en esta ocasión. Conozca a la líder que logró reunir más de 7.000 zapatos para niños de un colegio rural.
Ibagué
Autor: Redacción Ibagué
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Redacción Ibagué
Ella es Mery Poveda: la mujer que cuida de El Salado desde hace más de 50 años

Existen personas que nacen con el don de ayudar, o al menos así es como describen a Mery Poveda, una mujer que ha sido líder y fiel protectora del barrio El Salado en Ibagué desde hace más de 40 años. 

Y es que sus ganas de ayudar nacieron del dolor: en medio de la guerra. En aquellas épocas, cuando el bipartidismo pintaba las calles y las montañas de Colombia, y, desde ese entonces, su juramento ha sido luchar por el bienestar de quienes lo necesiten. 

“Nací en el barrio El Salado el 14 de noviembre de 1949. A la edad de hoy, ya estoy casi en los 75 años, de los cuales he trabajado siempre por la niñez y por el desarrollo de este sector”, dijo. 

De hecho, hubo un momento que fue como un empujoncito a abrir el corazón de Mery para dejar florecer su solidaridad, uno que aún le “parte el alma”, como ella dice. 

“Algo que me partió el alma y que me llevaré hasta lo último, es el recuerdo de una mamita que me dijo: doña Mery, yo soy muy pobre, yo mandaré a mi hijo y a mi niña con tenis remendados, pero descalzos no, porque dijo, no tengo, no tengo para mis hijos”, recordó. 

Tal fue el dolor que le causó la situación que elaboró un plan perfecto para percatarse de cómo ellos -entre otros niños- llegaban vestidos al colegio. 

“Empezamos a mirar la situación y entonces me ayudaron con un video en RCN y todo. Y, entonces, fuimos con los periodistas, nos escondimos y logramos ver que llegaba una niña con su hermanito, la niña traía los zapaticos amarrados con cabulla, y el niño también los deditos por fuera, una cosa dolorosa”, señaló. 

Mery empezó a tocar, a través de su voz, corazón por corazón para, por lo menos, darle un giro de 180 grados a una parte de la realidad que vivían decenas de niños en esa escuela rural. 

“Ayudé mucho en la formación de jóvenes. Hice bazares, cualquier cosa para poder pagar la entrada a la escuela, y eso me dio la capacidad de graduarme de bachiller, honoris causa, por trabajo social con las juventudes”, precisó. 

Y agregó: “Con la Policía me ayudaron. Todos los días me daban el micrófono de la emisora y yo tocaba el corazón de los ibaguereños, y les decía, mire, hay unos niños que llegan descalzos, y fuimos a los sectores más de estrato alto y logramos levantar la solidaridad de más de una persona”. 

Su estrategia fue todo un éxito, pues logró recolectar 7.000 pares de zapatos para los niños de la escuela. Hecho que le dio reconocimiento como líder comunitaria y que la ha impulsado a seguir ayudando. 

“He hecho trabajo social, comunitario y político. Le doy muchas gracias a Dios, que si hoy me llama, y me iré tranquila de haber apoyado a las personas", concluyó. 

 

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