De las comunas al escenario: la academia de actuación que transforma vidas en Ibagué
Una vez un gran actor y director de cine italiano dijo: “El teatro no se hace para contar las cosas, sino para cambiarlas”. Y así, al pie de la letra, lo ha hecho Darwin Duarte.
Por si se preguntan quién es, déjenme contarles que, además de ser licenciado en literatura, director escénico y actor, es quien ha logrado cambiar la vida de decenas de niños y jóvenes en Ibagué.
Aunque barranquillero de sangre, se ha encargado de dejar huella en la capital tolimense, la ciudad que lo trajo por azar y lo hizo quedar por encanto.
“Llegué a Ibagué de una manera muy extraña. Por coincidencias de la vida me encontraba en un evento y me invitaron a grabar un video musical a la ciudad, entonces decidí venir a hacerlo y desde que llegué realmente me enamoré de su cultura, su gente, sus paisajes y de su gastronomía”, contó.
Y añadió: “Regresé a Bogotá, que era la ciudad donde estaba radicado hace aproximadamente ocho años, y sentí que tenía que volver (a Ibagué). Decidí venirme y radicarme aquí”.
Sin saber si fue el destino o la casualidad, conoció a quien sería su Talía: una niña personificada como la icónica Lady Di.
“El proyecto comenzó en la comuna Siete, donde una niña que estaba personificada interpretando a Lady Di y me acerqué y le dije: oye, ¿te gusta el teatro? Y me dijo: sí, soy una actriz. Y así fue como empezó todo esto, le dije: ¿qué tal si formamos un grupo de actores?”, narró Duarte.
Lo que debe suceder, sucede; o al menos eso es lo que dicen por ahí.
“En la tarde de ese mismo día ya había 25 actores y empezamos a formarnos, a disfrutarlo y a trabajarlo. Así nació Duarte Actores”, dijo.
Darwin tiene claro el propósito de su proyecto: capacita a los jóvenes y niños de las comunas más vulnerables sobre los procesos teatrales y así lograr transformar la sociedad. Y bien que lo ha logrado.
“Johan Jiménez (actor de la película La Jauría) es un pelado muy talentoso y disciplinado. Una vez terminó la película, empezamos a trabajar en su formación actoral porque para nadie es un secreto que fueron actores naturales los que participaron. Es un pelado de la comuna Siete que logró llegar a los Goya y a Cannes”, señaló.
Por el camino, como él dice, Dios lo ha hecho encontrarse con personas que han contribuido a que su proyecto crezca cada vez más. Una de ellas es Katherine Gallego, directora de la fundación ‘Tapitón y Las Calvas’.
“El profe Duarte hizo en mí algo. Llegó y tuve un sentimiento de acogerlo, de querer apoyarlo y de no dejar ir ese talento tan espectacular. Debo confesar que cada vez que lee un libro me atrapa, parezco una niña chiquita”, contó Kathe, como la llama Duarte.
Así es como Darwin Duarte, un ibaguereño de corazón y por convicción, ha logrado ayudar no solo a niños y jóvenes con entornos difíciles, sino también a pequeños pacientes oncológicos de la fundación Tapitón y Las Calvas.
“Me apasiona muchísimo porque el teatro es resiliencia y fuerza también. Ver y saber las necesidades de ellos en su entorno te hacen apasionar más. El teatro y la literatura son herramientas de transformación social”, señaló el actor.
“Le apuesto a la innovación a través del arte para transformar la problemática. Trabajar con jóvenes es fantástico. Conocer sus historias, sus vidas y sus sueños, pero, sobre todo, ser parte de esa construcción de sus anhelos me llena muchísimo el corazón”, agregó.
Unir lazos de amor ha hecho que Darwin encuentre el suyo también, pues ha fusionado la actuación con la literatura como los grandes maestros del teatro.
“Entramos a construir como educadores un lazo de amor. Y cuando se hace ese gancho, los motivamos y ellos se ríen, gozan, se desconectan de su entorno y encuentran en él una esperanza para su futuro y proyecto de vida”, precisó.
Seguramente hay miles de historias por contar de la academia Duarte Actores sobre las transformaciones de vida que ha logrado a través de este arte, pues también para él: “El teatro no se hace para contar las cosas, sino para cambiarlas”.