Colegio San Bonifacio se pronunció por denuncia de abuso sexual de una alumna

Las directivas del colegio San Bonifacio de las Lanzas, de Ibagué, se pronunciaron este miércoles tras conocer la denuncia de abuso sexual de la que fue víctima una de sus estudiantes en hechos sucedidos el 31 de agosto de 2021, cuando la menor tenía 13 años. (Ver más: Madre denuncia que su hija fue violada por un compañero del colegio San Bonifacio)

En su denuncia, publicada en el portal web ‘Volcánicas’ y difundida ampliamente por EL OLFATO, la madre de la estudiante afirmó que, ese día, a sus 13 años de edad, la adolescente “fue víctima de violencia sexual por parte de Carlos Andrés González Valderrama, hoy mayor de edad, hijo del reconocido cirujano maxilofacial Carlos Hernando González, y la odontóloga Ana Irma Valderrama”.

También dijo que el presunto abusador era dos años mayor que su hija, que los dos estudiaban en el mismo colegio y que él la habría llevado hasta su casa para cometer la agresión sexual.

Ante esa denuncia las directivas del colegio San Bonifacio afirmaron que “queremos, en primer lugar, manifestar que lamentamos profundamente la situación y reiteramos nuestros sentimientos de solidaridad con las familias involucradas y con nuestra comunidad educativa en general”.

Agregaron que, desde la fecha en la cual el colegio conoció la situación, “fueron activados con inmediatez tanto nuestros protocolos, como la ruta determinada por la ley para abordar este tipo de hechos”.

El comunicado añadió que “como garantes de los derechos de los involucrados, desde el primer momento dispusimos todos nuestros recursos humanos para atender de manera integral la situación”, aseguraron las directivas de este colegio ubicado en el bario El Vergel, de Ibagué.

También afirmaron que “hemos brindado la información necesaria a las autoridades competentes y esperamos que éstas la aclaren de forma sabia y justa lo más pronto posible”. 

En su denuncia la mamá de la menor de edad señaló que, el 31 de agosto, “ella me llamó a la salida de clases, a las 3:00 de la tarde, y me pidió permiso para ir a comer helado con Carlos a una plazoleta del barrio. Yo no le vi nada de malo y le di permiso de ir. Antes de las 4:00 me llamó de nuevo y me dijo que Carlos estaba castigado y que debía regresar a su casa, que si podía ir con él y un grupo de amigos y que estaría de vuelta antes de las 6:00. Yo, de nuevo, le di permiso; llevábamos tanto tiempo encerrados (por la pandemia) que pensé que un poco de socialización le haría bastante bien. Hoy debo confesar que es la decisión de la que más me arrepiento de toda mi vida”. 

“Ella recuerda que él empezó a darle besos y poco después la violó, a pesar de que ella le decía que no en repetidas ocasiones. Mi hija, como muchas otras víctimas, quedó paralizada. Él solo se detuvo cuando escuchó un ruido afuera y pensó que era su mamá que había llegado de trabajar”, sostuvo.

La madre contó que Carlos se encargó de esparcir entre los estudiantes el rumor de la violación y que, a partir de ahí, comenzaron a mirar, señalar y burlarse de su hija. Además, enfrentó un ciclo de bullying y revictimización durante el cual crearon apodos y acabaron con su reputación.

La mamá aseguró que se armó de valor y decidió denunciar los hechos ante la Fiscalía y el colegio San Bonifacio, que decidió expulsar a Carlos González. Sin embargo, lamentó que los únicos resultados hasta ahora hayan sido señalamientos hacia su hija, amenazas a testigos, una imparcialidad dolorosa de parte del colegio y más garantías para el joven.

Aclaró que el proceso ha sido lento y que se han sentido olvidadas por la institución que debería estar para protegerlas: la Fiscalía General de la Nación.

“Nos asusta porque la familia de Carlos tiene mucho dinero y sabemos que en Colombia este tipo de casos se entierran con plata con mucha facilidad. Hemos tenido que pagar abogados defensores para que el proceso no se hundiera sin siquiera empezar, investigadores que se encarguen de ayudarnos a recopilar todos los testimonios porque a cargo de la Fiscalía no avanzábamos y contratar una psicóloga forense que respalde la palabra de mi hija desde el ámbito psicológico. Todo esto ha costado millones”, dijo la madre de la víctima de este caso de abuso sexual.

“Carlos hoy ya es mayor de edad (por eso menciono su nombre) y su vida va muy bien. Está muy próximo a entrar a la universidad y mantiene todas sus amistades y reputación intactas”, agregó.

La mujer concluyó diciendo que, en medio de tanta soledad, decidió acudir a lo único que le quedaba: su testimonio, la palabra puesta sobre el papel y en internet con la esperanza de que las mamás y las niñas que están atravesando episodios similares sepan que no están solas.