La vida nos presenta tantas y tantas circunstancias, que a veces ni sabemos a dónde nos quiere llevar, sin embargo, tenemos la capacidad de adaptarnos. Buscamos en el entorno, algo que solo
está en nuestro interior, se trata de hallar aquello que nos motiva, a levantarnos cada día y tal vez caemos en el error de solo existir, y no de vivir.
Somos seres humanos con una capacidad inagotable de razonar y eso nos ha permitido hacer del mundo lo que hoy es, pero en el camino que vamos recorriendo, en algún momento perdemos el horizonte, por miedo.
Ese miedo que nos paraliza, y no nos permite avanzar sino que nos hace estancarnos o retroceder. ¡Sí! retroceder de un terreno que tal vez ya hayamos avanzado, culpamos a otros de lo que nos sucede, cuando somos responsables de los resultados que obtenemos.
Nos criaron bajo la cultura del miedo, el premio y el castigo, se olvidaron de enseñarnos a actuar por convicción, por voluntad propia por gusto y por pasión.
Nos coartaron cuando quisimos mostrar lo que nos apasiona, nos dijeron que está mal pensar por sí mismo, nos dijeron que debemos cumplir con unos estándares estipulados, en lo que yo llamo La Sociedad del Miedo
Hoy, somos adultos desempeñando nuestros roles de la vida en distintos escenarios donde en cada uno nuestro accionar se limita al temor, sí, al miedo de perder algo, perder lo que sea, en tu trabajo, cumples con tus tareas por miedo a que te boten, eres fiel por miedo a que te dejen, vas a la iglesia por miedo al castigo celestial, no opinas por miedo a que te juzguen, no sonríes demasiado porque te señalan, a todo dices sí por miedo a que no te acepten.
En mi opinión se vive mejor cuando, normalizas decir no, cuando lo consideras necesario, es mejor cuando cumples con tus cosas porque te gusta y sin temor alguno, no temas a perder nada cuando entiendas que no hay nada que perder y mucho que aprender, te deshaces de una enorme carga que llevas en tu espalda y que te agotan sin sentido.
"La vida te da justo lo que necesitas"