En la democracia a veces se pierde. El uribismo se quedó sin candidato desde la salida de Óscar Iván Zuluaga y no jugó un papel preponderante. Muchos queríamos que el ingeniero Rodolfo fuera presidente. Me gustaba que no tenía alianzas con los politiqueros y que pudiera gobernar con independencia. Esas dos características le hubieran permitido hacer un ajuste presupuestal de gran calado que ahorrara dinero público. No fue. Cometió varios errores que le costaron la presidencia: sus palabras sobre las mujeres, sus innecesarias agresiones al uribismo y las ofensas a los cristianos y católicos.
Pero así es la democracia y ganó Petro y es innegable que media Colombia se siente representada. No comparto el diagnóstico de que es el primer Presidente popular de Colombia -que ha tenido muchos- y tampoco que sea el primero de izquierda, que también mayoritariamente nos han gobernado. Petro es el primer presidente extremo de Colombia. El primero que ha pertenecido a un grupo ilegal.
Petro llama a un acuerdo nacional, y no es el primer mandatario que lo hace. Es más no recuerdo alguno que no lo haya anunciado. Vienen a mi memoria las reuniones en Palacio y todos los partidos con Duque. Las del plebiscito con Santos. Luego el poder o sus círculos los van aislando primero de sus detractores y luego de sus propios seguidores. Amanecerá y veremos.
Soy muy pesimista sobre su gobierno. Temo que no podrá satisfacer a sus seguidores. Su discurso está plagado de lugares comunes que suenan muy bien pero cuya realización no es tan sencilla como la pintan. No es el primero en pensarlo pero la soberbia o la idea -falsa- de que nadie ha querido sacar a Colombia adelante, le impide ver y aprender de las dificultades y errores que cometieron quienes nos gobernaron antes y tuvieron también buenos propósitos.
Será un gobierno que, como todos los que estén dispuestos a repartir la mermelada, tendrá las mayorías más que amplias en el congreso. Los políticos colombianos en su gran mayoría son parásitos del poder, y sobre sus convicciones siempre prima su deseo de reelegirse con prácticas politiqueras que exigen el favor del gobierno.
Pero la pregunta fundamental sobre los propósitos del gobierno sigue sin responderse. ¿Qué es lo que van a hacer?
Hoy todos los que no votamos por él sentimos el peso de la incertidumbre. No sabemos cuál de todos los Petros, el radical, el moderado y social demócrata, él lleno de odio o él que habla de amor nos va a gobernar. Ha dicho una cosa y ha dicho exactamente la contraria en tantos temas que es difícil predecir su mandato.
De esta derrota debemos aprender. Este es nuestro país, nuestro proyecto. Dejamos que nos vieran como los partidos tradicionales; hoy cuando todos corren a conformar gobierno con Petro; volveremos a ser diferentes y propositivos. Dejamos que el discurso sobre el futuro lo colonizara la izquierda, y que las instituciones de la Habana reescribieran la historia. Dejamos de expresar nuestras convicciones.
Se qué hay mucho desasociado y miedo; sin embargo, no podemos detenernos. Para los políticos de opinión y de ideas adversas a Petro viene un proceso duro, difícil y solitario. La unión en torno a lo que es importante será fundamental. El camino empieza ahora y debe lograr reconquistar el corazón de los colombianos.