"Renuncié por las mentiras y mediocridad de estudiantes en trabajo virtual": docente de Ibagué

Carlos Arturo Bejarano Ávila dedicó 45 años de su vida a la docencia. Amaba su profesión y esperaba ejercerla hasta los 70 años, como lo permite la normatividad colombiana. 

Sin embargo, nunca pensó que algunos protagonistas de esa historia de amor y pasión, que duró más de cuatro décadas, lo llevarían a tomar la decisión más difícil de su vida: dar un paso al costado y renunciar a su trabajo. 

Es administrador de empresas, especialista en docencia y magíster en Educación. Empezó su labor académica en 1975, cuando egresó como maestro de la Normal Nacional. Laboró en municipios como Roncesvalles, Rovira e Ibagué.

Todo su recorrido en las aulas fue satisfactorio. La enseñanza lo inspiraba y por eso quiso seguir transmitiendo sus conocimientos, a pesar de haberse pensionado. (Ver: Otra 'piedra en el zapato' para la presencialidad: algunos estudiantes no quieren que se les exija)

No obstante, en marzo de 2020 todo cambió cuando el Gobierno Nacional decretó suspender las clases presenciales en los colegios y adoptarlas a una modalidad que resultó aterradora para muchos docentes: la virtualidad. 

"Me quedaban seis años por laborar. Yo soy docente de vocación, yo amo lo mío, fui feliz hasta el año pasado", mencionó.

"En ese momento aparecieron tres cosas: nos tocó trabajar por plataformas a las que no estábamos acostumbrados, elaborar guías para enviar a los estudiantes y surgió el concepto de "pobrecito", en el que se mezclaron muchas situaciones y los estudiantes empezaron a hacer cosas que no debían", añadió. 

Esas cosas a las que se refiere fueron, básicamente, las que resultaron de la astucia de muchos alumnos para evadir sus responsabilidades académicas aprovechando que no tenían a los docentes ahí, frente a ellos. (Ver: Algunos docentes estarían atemorizando a padres y niños para que no vuelvan a colegios de Ibagué)

"El plagio se facilitó para muchos estudiantes y cuando uno se daba cuenta de eso le mentían a los papás, quienes hacían reclamo sin ninguna razón", dijo.

En ese sentido, sostuvo que los acudientes terminaban enojados con los docentes por los malos resultados de los alumnos, los cuales eran producto de su irresponsabilidad. 

"Lo curioso es que a final del año 2020 comenzaron a aparecer con la excusa de que habían enviado los trabajos. Entonces yo les pedía que si era así, pues los reenviaran, pero nunca lo hacían", recordó. 

"Se les dio oportunidad de recuperar notas, pero empezaron fue a copiar información de internet y terminé buscando en páginas que no estuvieran diciéndome mentiras y que fuera producción intelectual propia", agregó. 

Fue así como las mentiras y mediocridad de algunos jóvenes lo llevaron a renunciar a sus labores en el colegio Miguel de Cervantes Saavedra, el pasado mes de enero. (Ver: La falta de dinero: otra pandemia que estaría impidiendo el regreso a colegios de Ibagué)

"El motivo de mi salida fue tanta mentira de los muchachos y la presión que ejercía el padre de familia contra uno. Siempre el mentiroso era el profesor, no me creían, entonces tenía que empezar a buscar informes por todo lado para demostrar que el muchacho no había enviado sus trabajos y que era él quien mentía", indicó.  

"Esa presión de la mediocridad, la mentira y la acusación, fue la que me llevó a decir: yo no nací para esto, nací para maestro y no para andar defendiéndome", aseveró.  

A eso, se sumaron dificultades en su hogar por el mal temperamento con el que permanecía, a raíz de esa situación en el colegio. 

Por ello, prefirió decir no más y cerrar su ciclo como docente. Ahora, se dedica a acompañar a su nieto en sus actividades académicas y a exigirle para que tenga un buen desempeño. 

Dice que extraña enormemente su trabajo, pero ahora está más tranquilo, viendo televisión, leyendo, escribiendo y compartiendo tiempo en familia. 

"Yo amaba lo que hacía, por eso fui pionero en bachillerato empresarial, capacitador docente y recorrí todo el departamento dando conferencias de manera gratuita", concluyó.