A quienes celebran la propuesta de reducir la jornada laboral, subir el salario mínimo, aprobar una renta mínima “universal” y seguir inaugurando obras, acompañadas de la placa con el nombre del gobernante de turno; hay que recordarles que la economía tiene sus propias leyes y los recursos no son infinitos.
Me llama mucho la atención escuchar en las mañanas a tantos celebrar que los trabajadores en Colombia tendrán ocho horas más de descanso, una prima técnica adicional, un salario mensual “digno”, entre otros asuntos. Sin duda, para el común de las gentes son medidas adecuadas, condiciones que sueñan con tener y por lo tanto aplauden, igual que tantos lo hicieron para salvar a Barrabás.
Sin embargo, el tema es mucho más grave y merece un análisis alejado del día a día de los políticos, que ya están pensando en el escenario de 2022. Por eso,quiero sugerir algunas preguntas y sugerir que enfrentemos el debate con argumentos, con datos, con los pies en la tierra; que nos alejemos de quienes inauguran obras y prometen “programas sociales”, que salen de nuestro bolsillo, igual que salen los billetes cuando nos atracan en un bus, solo que unos pocos nos dicen lo que harán con eso que nos quitan. Piensen que su victimario les envía foto de la moto que compró con aquello que usted llevaba consigo el día en que lo robó. Estoy seguro de que aplaudiría y, de ser posible, le daría su voto. En últimas, es lo que hoy hace.
¿Con una tasa de desempleo superior al 15% y la informalidad cercana al 50%, reducir la jornada laboral promoverá que los empresarios contraten más personal?
¿La contracción de la economía colombiana ofrece las condiciones apropiadas para una medida que implica un costo laboral mayor para las empresas?
¿La deuda externa, que será cercana al 70% del PIB a finales de 2021, y el déficit fiscal, por encima del 6%, pueden obviarse y proponer, sin más, una renta básica mensual para cincuenta millones de personas?
¿Es sostenible seguir aumentando la burocracia gubernamental al punto en que tocará remodelar el palacio de Nariño y hacer de este un espacio de “co-working” para alojar a los altos consejeros, consejeros, altos comisionados, comisionados, comisionados adjuntos y sus adjuntos?
Por otra parte, se ve bien la foto inaugurando una cancha de fútbol o un polideportivo en un municipio, pero se verá mucho mejor el resultado en las pruebas PISA el día en que Colombia ya no compita por los últimos lugares en calidad educativa. Generan emociones los abrazos y sonrisas de los cientos de personas que acuden a recibir una ayuda por parte del gobierno departamental o municipal, pero no olvidemos la tristeza que nos genera leer que ocupamos los primeros lugares en desempleo y los últimos en productividad.
Reducir la jornada laboral a 40 horas, seguir subiendo el salario mínimo, sugerir una tercera prima al año; todo suena muy bien. De hecho, ya que estamos en esa línea, sugiero que presenten un proyecto de ley donde se prohíba la pobreza en Colombia y se establezca que todo colombiano tendrá, casa, carro y beca. Después de los aplausos, me cuentan cómo es que van a pagarlo o en cuántas cuotas, ya que les encanta endeudarse sin pensar en las nuevas generaciones.
El populismo es más peligroso que cualquier pandemia, es peste hoy en América Latina, pero recibe sonoros aplausos de quienes en unos años estarán sufriendola resaca que les dejó esta borrachera colectiva.