Un titular de noticia que inicie con que “para lo corrido del 2020 tenemos en Colombia 99 mujeres asesinadas” y los casos incluyen empalamiento, incineración, abuso sexual, tortura y descuartizamiento, debería no solo ponernos los pelos de punta, sino cuestionarnos sobre la sociedad en la que vivimos, debería ponernos a reflexionar sobre el origen de esos patrones de comportamiento, la naturalización de la violencia, y sobre todo las fallas que está teniendo el sistema, un sistema que sin duda no está brindando las medidas de protección, y sobre todo de prevención necesarias.
Mientras que esperamos que exista un cambio y solución desde la institucionalidad frente a este grave problema, con mayores recursos, capacidad institucional y personal idóneo para atender casos de violencia intrafamiliar, con una rutas de atención eficientes y oportunas; creo que si está en nuestras manos iniciar un cambio estructural desde lo cultural, porque hemos crecido en una cultura de violencia en la cual hemos interiorizado y legitimado esa violencia en contra de las mujeres, y esa ‘naturalización’ ha hecho que se perpetúe de generación a generación.
Cuando se habla de la naturalización de la violencia se hace referencia al proceso de acostumbrarse a aquellas acciones caracterizadas por la agresión (física, psicológica, simbólica y sexual); esto permite que la violencia gane terreno en la cultura y se propague de manera silenciosa, es decir, que no solo nadie proteste, sino que se termine por justificar. Esto se hace evidente cuando se escuchan frases como “si la mataron fue por algo”, “se lo buscó por andar vestida así”, “fue un crimen pasional”, son tan cotidianas estas acciones y frases que se naturalizan y se llegan a justificar.
Uno de los principales retos para prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres es la discriminación inmersa en las normas sociales, los valores y las actitudes, es importante reconocer en la sociedad esos imaginarios que en lo cotidiano permiten que se desencadenen las situaciones de violencia.
Por eso, la próxima vez que lea un titular de las violencias de la que son víctimas las mujeres colombianas, me gustaría que se preguntara que está haciendo usted en su día a día para cambiar esos patrones de comportamiento en su entorno y ambiente cercano, porque todos y todas hemos interiorizado ciertas conductas machistas (ese color es de mujer, los hombres no lloran, hay juguetes para hombres y juguetes para mujeres, me cela porque me quiere, los hombres son violentos por naturaleza, las víctimas son mujeres sumisas, solo por mencionar algunos) durante años, que se camuflan en pequeñas acciones u omisiones cotidianas, víctimas del sistema patriarcal en el que vivimos.