100 Días del alcalde Hurtado: entre resultados y redes sociales
Analizar los primeros 100 días de gobierno de la actual administración municipal de Ibagué constituye, además de un reto, un deber ciudadano que, en ejercicio del control social, busca demandar mayor compromiso, transparencia y esfuerzo de quienes hoy rigen los destinos de nuestro municipio, en especial, teniendo en cuenta los momentos críticos que vivimos como humanidad por cuenta de la pandemia del COVID-19.
Estas breves opiniones estuvieron orientadas atendiendo la “Guía para la Gestión Pública Territorial”, publicada por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) y la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), que establece a los alcaldes cuáles son las tareas prioritarias que deben adelantar durante los 100 primeros días de administración, contrastadas con el análisis de las estrategias, acciones y cifras contenidas en el informe de gestión publicado en la página de la Alcaldía.
Aunque se han definido por parte de la administración municipal cuatro dimensiones para dar cumplimiento a su programa de gobierno: Socio-cultural; Económica y productiva; Ambiental y ecosistémica; y Compromiso institucional, las cuales constituyen las bases preliminares del Plan de Desarrollo, de su análisis en contexto no emergen, hasta el momento, elementos diferenciales que permitan identificar una visión de planificación de ciudad, propuestas o concepciones ideológicas y programáticas diferentes a las que históricamente hemos conocido.
Además de haberse dado continuidad a gran parte de los programas y ejecutorias que vienen de la administración anterior, las acciones de gobierno desarrolladas no generan la suficiente tranquilidad y confianza institucional que reclaman los Ibaguereños. Mas allá del peculiar manejo de las redes sociales, la conformación político-parental del gabinete, los costosos asesores o las investigaciones por presuntas irregularidades en la contratación, no encontramos aspectos que definan un “nuevo estilo de gobierno”.
Aún no se establecen claramente cuales serán las tareas prioritarias y los momentos en los que se espera cumplir con dichos compromisos, por el contrario, desde antes de la emergencia social, fueron desahuciados varios proyectos del plan de gobierno que, ante la actual realidad, tendrán que reorientarse hacia una nueva visión de ciudad. Musicables, tranvías, mega-obras pasarán a un segundo plano para darle paso a lo fundamental: salud, educación, lucha contra la pobreza, superación del desempleo y reactivación económica de la ciudad.
La nueva realidad demanda decisiones orientadas a mejorar la capacidad de supervivencia, recuperación y reactivación económica de los sectores productivos en el corto, mediano y largo plazo así como la redefinición de nuestras vocaciones como ciudad. El reto de establecer una estructura tributaria que garantice “Impuestos más justos”, sigue siendo una tarea pendiente que no puede darse por cumplida con la simple ampliación de las fechas de pago.
Son muchos más temas imposibles de abordar en una cuartilla, sin embargo, a manera de critica constructiva, conviene al señor alcalde responder con madurez, tranquilamente y con argumentos, las observaciones y explicaciones que solicitan los órganos de control político, fiscal, disciplinario y la ciudadanía. Tales peticiones no deben ser motivo de rabia, exasperación o descalificación, señalando a sus contradictores de estar contagiados del “Corona-Chisme”. Esas bravuconadas, que tanto cuestionó en el pasado, no pueden convertirse ahora en su estilo de gobernar. Parafraseándolo, la invitación es para que trabajemos unidos, escuchándonos y generando visiones colectivas.
Recuerde: “El poder debe dividirse para que no se concentre y controlarse para que no se extralimite.” (Montesquieu)