De las medidas adoptadas por el Gobierno Nacional y regional, encaminadas especialmente a que el COVID-19 no se siga expandiendo, la solidaridad, la misericordia o la caridad, es un tesoro del ser humano que no se puede circunscribir a un decreto, sino que brota del corazón como los buenos sentimientos y los valores.
Un tema de reflexión que propone el Papa Francisco sobre la solidaridad: ‘Identificar el rostro de la pobreza’: Hay razones suficientes para que desde la sociedad organizada, la iglesia católica con su Arquidiócesis de Ibagué y las Diócesis de El Espinal y Líbano-Honda que agrupan entre las tres 165 Parroquias en el Tolima, sus grupos apostólicos, otras iglesias, los gremios económicos, el Ejército y la Policía, los medios de comunicación y las tres cámaras de comercio con sus juntas directivas y sus 44 mil empresas adscritas en el Tolima, seamos capaces, con el apoyo de Ricardo Orozco, Andrés Fabián Hurtado, los 46 Alcaldes restantes y de la Cruz Roja, de construir una red de solidaridad capaz de movilizar toda la región, para atender las necesidades de alimento de la población más necesitada.
Aparte del drama social que se percibe en Ibagué con más de 45 mil desempleados, sus 26 mil informales, el cierre de restaurantes, bares y otros negocios del sector turismo, almacenes de centros comerciales, tiendas de ropa y parálisis de buena parte de las micro y pequeñas empresas, hay otro drama en los 46 municipios restantes, dedicados especialmente al comercio y a las actividades agropecuarias.
Hablando con el alcalde de Roncesvalles, Omar Espinosa, en ese municipio ya está afectada la producción y comercialización de cinco toneladas semanales de queso y 250 fincas que viven de esa actividad, además del empleo que generan.
En mi pueblo, Santa Elena, los comercializadores de queso desde el domingo 22 de marzo decidieron no comprar más el producto, lo que tiene sumida en la incertidumbre a todo el campesinado. Esto mismo puede estar ocurriendo en el resto de municipios, lo cual nos debe mover la solidaridad buscando soluciones para todos.
Frente a esta problemática, he visto que desde la Cámara de Comercio de Ibagué y desde los gremios económicos ya se están desarrollando las primeras iniciativas encaminadas a la solidaridad. Esta propuesta ha tenido muy buena acogida entre los empresarios, quienes están dispuestos a colaborar.
Sé que desde la Cruz Roja del Tolima, Harold Trujillo, ya adelanta acciones en dos líneas: una es la de salud para fortalecer las capacidades del sector público y contar de manera decidida con el apoyo de clínicas privadas, de modo que la emergencia se atienda en nivel II y en el Hospital Federico Lleras.
Aquí cabe un llamado al sector textil-confección en pleno a través de Cormoda y el Clúster de Moda y Confección, para que nos unamos en la confección de prendas para proteger al gremio de la salud, especialmente médicos y enfermeras que están en la primera línea de atención. Se requieren tapabocas, batas y uniformes en tela quirúrgica y antifluidos. Ya empresas como Rott + Co y Sheffy, se sumaron a la campaña.
La segunda línea propuesta por Trujillo tiene que ver con asistencia humanitaria a población en estado de vulnerabilidad. Es clave hacerlo en silencio, nada de shows mediáticos. Aprovechar la información de las Juntas de Acción Comunal y las iglesias para identificar familias en extrema pobreza. Monseñor Miguel Fernando González y varias Parroquias están recogiendo mercados para enviar a las parroquias pobres como Lisboa en Anzoátegui y Playarrica en San Antonio, entre otras.
Aquí es clave crear un Comité Asesor Regional de Solidaridad para establecer el cómo definir y desarrollar la estrategia, acompañado de veedurías y auditorías que garanticen el manejo transparente de los recursos. Se requiere que una empresa facilite un software que permita llevar inventarios y evitar así la duplicidad de esfuerzos. Manos a la obra.