El joven con autismo que hoy es un gran pintor
Nunca va a poder hablar, leer y escribir. Fue el dictamen al que se enfrentaron María Eugenia Urrea y Néstor Fajardo, los padres de Juan Sebastián Fajardo Urrea, un joven diagnosticado con autismo clásico que encontró en la pintura el escenario propicio para explotar su talento.
A sus 25 años, Juanito, como lo llaman sus padres, ha pintado más de 20 cuadros con paisajes y rostros.
La maestra Libía Niño es quien ha supervisado su proceso artístico dentro de la escuela Jesús Niño de Botía, institución a la que lo vincularon sus padres desde hace dos años.
Ella relata que “Juanito es un niño muy juicioso, muy pulido y muy dedicado en lo que hace. Todos los estudiantes lo quieren mucho y él desde que llega se sienta y se concentra a trabajar”.
Además, la docente resalta que pese a que es un poco tímido e introvertido, cuando tiene la confianza suficiente entabla conversaciones sobre temas de su interés, como por ejemplo la pintura, su gran pasión. Gracias a este arte, él ha logrado mejorar la relación con otras personas e interactuar con facilidad.
Sus cuadros tienen un principio básico: que sean agradables y entendibles para todos, desde el más pequeño hasta el más grande. Este año, su familia espera que tenga la libertad de plasmar a través de la pintura aquello que tiene en su mente, pues es algo que muchos desconocen.
De acuerdo con sus padres, todas sus obras han sido enmarcadas pero por el momento no se encuentran a la venta, pues Néstor quiere que Sebastián observe el arte que ha sido capaz de crear y se sienta muy orgulloso cada día.
Además, el jóven prefiere obsequiar sus cuadros a parientes y allegados a cambio de pequeños detalles, como una golosina.
Su niñez
Maria Eugenia recuerda con nostalgía aquel primero de julio de 1993 cuando dio a luz a su hijo. Pese a que los médicos le habian dejado claro que le realizarían una cesárea, el doctor que llevaba el caso optó por inducir el parto de forma natural. Lo que ella no esperaba era que ese procedimiento afectara la salud de su hijo.
“Cuando me di cuenta que algo no funcionaba bien lo llevamos a Bogotá al Instituto Roosevelt y un equipo interdisciplinario me dijo que Juanito tenía una condición de autismo porque le faltó oxígeno cuando nació y los diagnósticos indicaban que nunca iba a hablar, leer y escribir”, relata su madre.
Como resultado de lo que para ella fue una negligencia médica, el neurodesarrollo de Juanito se vio significativamente perjudicado y por esta razón le costó comunicarse. Sus primeras palabras las pronunció hasta la edad de siete años.
Sin embargo, pese a su condición de discapacidad, María Eugenia y Néstor tenían claro que debía estudiar como cualquier niño de su edad. Fue así como ingresó al colegio Técnico Rosarista, donde contó con el apoyo constante de un tutor sombra que lo acompañaba en todas sus clases.
“Cuando presentó el Icfes le fue muy bien en física porque ellos tienen otros talentos y la parte de lógica matemática se les despierta mucho”, cuenta su madre.
Por su parte, Néstor destaca la “memoria fotográfica” de Juan Sebastián y dice que “es una grabadora, recuerda las fechas con exactitud y tiene una memoria la berraca, todo lo que se le pregunte del calendario, él se lo sabe”.
Con el apoyo y el amor de sus familiares, Juan sacó adelante la primaria y secundaria y obtuvo su título como bachiller académico hace algunos años.
Luego de graduarse, María y Néstor querían que su hijo hiciera alguna actividad que le ayudara a su desarrollo.
“El mejor amigo de Juan que también tiene una condición especial, le dijo a la mamita que en la escuela Niño Botía estaba pintando muy bonito. Entonces nosotros también llevamos a Juanito como para que él mirara si le gustaba”.
Para sorpresa de ellos, la pintura le encantó pues le permitió crear lazos de amistad con sus compañeros y potenciar esas habilidades que hoy lo destacan entre otros jóvenes con condiciones de salud similares.
“Él asiste dos veces por semana a sus clases y, además de pintar, le gusta leer la Biblia en las noches y espera poder hacer la primera comunión.También le gusta mantener el orden y colabora en los quehaceres del hogar”, concluyen sus padres.