
Reforma laboral: derechos laborales en juego mientras crece el desempleo
Tras el hundimiento de la reforma laboral, el Gobierno impulsará una consulta popular. La propuesta amplía derechos, pero no aborda informalidad ni desempleo.

Escrito por: Nassly Molina
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Tras el hundimiento de la reforma laboral en el Congreso, el Gobierno ha anunciado una consulta popular para sacarla adelante. La propuesta incluye avances en derechos laborales, como la ampliación de recargos nocturnos y dominicales, la limitación de los contratos por prestación de servicios y el reconocimiento de incapacidades menstruales. Sin embargo, no ofrece soluciones concretas a los problemas más graves del mercado laboral colombiano: la alta informalidad y el desempleo estructural.
Colombia lleva décadas atrapada en un círculo vicioso: tasas de desempleo que oscilan entre el 10 % y el 12 %, por encima del promedio de América Latina, y una informalidad laboral del 55,8 %, lo que significa que más de 12,8 millones de trabajadores carecen de prestaciones sociales. Mientras tanto, el país no ha logrado consolidar un modelo de desarrollo industrial que genere empleo formal y sostenible.
El dilema de las pymes y los costos laborales
Las pequeñas y medianas empresas (pymes), que representan el 99,5 % del tejido empresarial y generan el 79 % del empleo, enfrentan serias dificultades para mejorar las condiciones laborales de sus empleados. Sin un tejido productivo fuerte, cualquier reforma laboral corre el riesgo de quedarse en el papel sin transformar la realidad del empleo en el país.
Seis claves sobre la reforma y sus implicaciones
1. El fin de los contratos eternos por prestación de servicios
Seguirán existiendo, pero con un límite de cuatro años. Después de ese tiempo, tendrían que convertirse en contratos a término indefinido, impactando a 2,5 millones de trabajadores, especialmente en el sector público. Mientras algunos defienden la medida como un avance en derechos laborales, las entidades que dependen de este modelo alertan sobre el impacto fiscal y la posible reducción de plazas.
2. Más recargos, menos incentivos para contratar
La jornada nocturna iniciaría a las 7:00 p.m., lo que encarecería el trabajo en horarios extendidos. Además, los pagos por domingos y festivos se duplicarían progresivamente hasta 2027. Aunque esto representaría una mejora salarial para los empleados, sectores como el comercio y la gastronomía advierten que podrían reducir personal o recortar turnos.
3. Las plataformas digitales, obligadas a cotizar
Repartidores y conductores de aplicaciones, unos 180.000 en total, entrarían al sistema de seguridad social, donde el empleador asumiría el 60 % de los aportes. En países como España, la regulación tuvo efectos inesperados, como el aumento del subarriendo de cuentas, lo que deja dudas sobre la efectividad de la medida en Colombia.
4. ¿Cotizar por debajo del salario mínimo?
Se permitiría que microempresas y trabajadores independientes aporten a la seguridad social con ingresos inferiores al mínimo, ampliando la cobertura del sistema. No obstante, persiste la duda de si esto será suficiente para reducir la informalidad o si, por el contrario, terminará precarizando aún más el mercado laboral.
5. Más licencias, más costos para las empresas
La reforma introduce una licencia de tres días por matrimonio, amplía la licencia de paternidad a cuatro semanas y reconoce las incapacidades por ciclos menstruales incapacitantes. Aunque son avances en derechos, el sector empresarial advierte que este tipo de medidas pueden desincentivar la contratación formal, especialmente de mujeres.
6. Seguro de desempleo: una propuesta ambigua
Se plantea un subsidio de hasta 1,5 salarios mínimos durante seis meses para trabajadores que hayan cotizado al menos un año. Sin embargo, no se ha explicado de dónde saldrán los recursos para financiarlo ni cómo se evitaría que termine beneficiando a sectores que no lo necesitan.
7. ¿Y la productividad? El gran ausente en la reforma
Si bien la propuesta reconoce el trabajo como un derecho fundamental, no aborda cómo mejorar la productividad y generar empleo de calidad. Sin una estrategia de desarrollo industrial y sin incentivos reales para la formalización, el riesgo es que las nuevas exigencias laborales terminen afectando a quienes más lo necesitan: los trabajadores informales y los desempleados.
El debate sigue abierto, pero la pregunta clave es: ¿una reforma que encarece el empleo realmente beneficiará a los trabajadores o solo empujará a más personas a la informalidad?