En mis conversaciones con colegas nos hemos preguntado si los trabajos que hacen los estudiantes en las universidades tienen una utilidad e interés para ellos, más allá de aprobar una asignatura.
Es evidente que gran parte de los estudiantes impregnan su esfuerzo y conocimiento en sus trabajos académicos, semestre tras semestre nos encontramos como docentes con ejercicios importantes, pero que lamentablemente se quedan rezagados a una nota, archivados en las gavetas de las bibliotecas, o simplemente, no son del interés de las agendas de los medios masivos de comunicación.
Creo que la labor que tenemos los docentes más allá de que nuestros muchachos adquieran competencias y conocimientos en diversas áreas, debe estar encaminada a que éstos rompan con su indiferencia, se vuelvan promotores de la cultura, se encaminen a fortalecer las tradiciones, nos ayuden empoderar a las nuevas generaciones, pero para ello, los trabajos que les dejamos no deben ser simplemente un requisito para aprobar un curso, sino un producto de transformación a mediano y largo plazo.
Cada vez más en las clases incentivamos a los estudiantes para que hagan mejores trabajos desde lo conceptual y lo comunicativo, pero qué mayor estímulo para estos muchachos, que vean que su trabajo tendrá reconocimiento y podrá convertirse en un proyecto con oportunidad de desarrollo.
He visto como muchos productos audiovisuales, multimediales, radiales y planes de mejoramiento a las organizaciones, que cuentan con una calidad inminente de desarrollo cultural, empresarial o social, se quedan sin un eco, producto de la no visión de docentes, estudiantes y universidades.
Para no ir más lejos, quiero referirme a dos casos, que son un pequeño ejemplo de los muchos que habrá en todas las instituciones, y que muestra como desde la producción audiovisual se generan reflexiones a las que se les debería dar mayor difusión, y que se pueden convertir en material de trabajo en las aulas de los colegios y universidades.
“De güipas y guámbitos” una miniserie documental de seis capítulos sobre historias y personajes del Tolima Grande, y que fueron protagonistas en el desarrollo social, cultural, geográfico e histórico. Liderado por la Corporación Creandes, y con el trabajo de docentes de la Universidad del Tolima, cuentan de manera dinámica “historias y personajes encuadrados en magníficos paisajes, tierra de músicos y cantores, de danza y deporte, protagonista de conflictos, pero ante todo, tierra de firme esperanza en un mejor porvenir”.
De güipas y guámbitos es un buen referente de memoria audiovisual que busca rescatar el territorio, darle peso a la oralidad desde los testimonios e historias de vida, e inmortalizar las riquezas culturales de una región casi invisibilizada, para algunos, y tal vez desconocida para otros. https://www.youtube.com/watch?v=k-hSMhrZIFg
Por otro lado, ‘Aguas de oralidad, Ciénaga de tradiciones’, documental realizado por estudiantes de Comunicación Social de la Universidad Sergio Arboleda – Sede Santa Marta, quien hace poco fue galardonado como mejor trabajo audiovisual en la última versión del evento académico Expocom, busca mostrar la riqueza cultural de los pueblos que se encuentran alrededor de la Ciénaga de Santa Marta.
Desde una imponente fotografía, nos muestra la riqueza de la pesca, los trabajos tradicionales como el de las peladoras de camarón, la danza y la música, que son los que les permiten a estos pueblos mantener viva toda la herencia que les han dejado sus antepasados. https://www.youtube.com/watch?v=Oh3ijprO5v4&feature=youtu.be
Este tipo de esfuerzos nos demuestran que hoy contamos con productos comunicativos que nos dejan grandes retos, como que necesitamos universidades y carreras que destinen verdaderos recursos para apradinar y apalancar proyectos, y así garantizar que éstos puedan hacer presencia en eventos y concursos. Conozco de muchos casos en los que son los mismos estudiantes a los que les toca cubrir con todos los gastos, como si éstos no se convirtieran en sus embajadores.
Tenemos además que ser docentes que estimulemos a nuestros estudiantes a sacar sus trabajos de las aulas de clase, y que éstos dejen de ver sus esfuerzos exclusivamente de forma numérica. Hay que seguir apostándole a fortalecer proyectos que den frutos como el reciente caso de los estudiantes de la Corporación Unificada Nacional – CUN, quienes ganaron hace un par de días el prestigioso concurso de robótica “Mercury Robotics Challenge de Oklahoma” en EE. UU.
Así mismo, los jóvenes estudiantes deben salir de la visión inmediatista de sus esfuerzos académicos, y deben tomarse ampliamente con sus productos los eventos, los concursos y los medios locales, exigiéndoles además a sus alma mater apoyo para ello.
Los medios de comunicación a su vez deben incluir dentro de sus parrillas estos productos, logrando así darles mayor difusión y generando para ello alianzas estratégicas con las universidades y con los sectores privados y empresariales, que tienen que salir de su burbuja y destinar recursos para incentivar este tipo de producciones.
Otro actor que debe tomar banderas mucho más activas y propositivas es el estado, en donde vincule dentro de los procesos de planificación a jóvenes y actores de la academia que puedan evidenciar escenarios reales de impacto, y que permitan salir de que destinen “recursitos” que no generan ningún impacto y que no aprovechan de manera decidida todas las iniciativas y esfuerzos que se dan desde los salones de clases.
Finalmente y más importante, receptores críticos que exijan este tipo de productos comunicativos, y abran su interés para salir de la receta que hoy se consume por medios masivos.