Desde hace un tiempo, columnistas como Daniel Coronell y María Jimena Dussán, así como Claudia López, sostienen una tesis en común: el ascenso de Gustavo Petro asegura la victoria de la derecha representada por Iván Duque; por ello, lo ideal sería que una candidatura alternativa al santismo y al uribismo estuviese en manos de un candidato moderado, de centro, que no alborote a la derecha pura y dura. Solo así se podría labrar el camino de la victoria. Para ello recurren a diversos argumentos que resultan débiles o por lo menos bastante discutibles.
Coronell señalaba que la candidatura de Petro era tóxica y que su techo estaba muy cerca, dada su imagen desfavorable y la facilidad con la que lo podrían relacionar con el castrochavismo. Luego de la consulta del 11 de marzo, en la que Petro parece haber corrido su techo de crecimiento electoral, el columnista acomoda su tesis inicial diciendo que cada vez que crezca Petro va a crecer más la derecha. Mejor dicho, el elevado caudal de votación obtenido por Duque en la consulta es culpa de Petro y su terca e inconveniente candidatura.
Quienes como Coronell o López insisten en ello -para justificar una candidatura "moderada"- olvidan lo que le sucedió a Mockus en 2010. En esa época Petro también fue candidato y el uribismo-santismo no concentró sus ataques en él sino en quien representaba un riesgo real de perder las elecciones: Antanas, un candidato “sereno”, “moderado”, “de centro”. Cualquier candidato alternativo que amenace el control político de quienes nos han gobernado durante décadas será satanizado, estigmatizado, vilipendiado.
La idea de Coronell pareciera partir de que esa derecha se está volviendo mayoritaria gracias a la existencia de la candidatura de Petro. Esto simplemente no es cierto. El país es mayoritariamente de derecha; eso es un hecho anterior e independiente a la candidatura de Petro, de modo que endilgarle el crecimiento de Duque y su posible victoria a la participación de Petro en la contienda electoral es un argumento tramposo, que busca esconder las opciones políticas de los columnistas detrás de un análisis “objetivo”. De ahí se deriva mi conclusión: así los sectores alternativos fomenten la candidatura de alguien menos “extremo” la derecha algo urdirá para evitar su derrota y seguir gobernando; y tienen opciones de lograrlo pues son mayoría.
En el fondo, la tesis en cuestión esconde que quienes la plantean no votarían por Petro en segunda vuelta así eso significara que ganara Duque. Varios formadores de opinión biempensantes, alineados con la tesis de Coronell, dicen cosas tipo "Duque es un tipo sensato, el problema es por quién está rodeado". O sea, en el fondo no les molesta. Hace cuatro años esos mismos pidieron votar por Santos para salvar el Proceso de paz de las garras del uribismo.
No tenían problema con ese llamado porque Santos no representaba ningún cambio estructural. Ahora, en un hipotético escenario de segunda vuelta entre Petro y Duque, o votan por Duque justificando que él no es como Uribe o votan en blanco y ahí sí no encuentran válido el argumento de "sacrificarse" votando por Petro con tal de evitar que se haga trizas el acuerdo. Le temen más a un gobierno de izquierda que a la continuidad de lo existente.
No se puede renunciar al derecho y al deber ético político de proponer reformas estructurales que luchen contra la injusticia social, la desigualdad y la captura del Estado por parte de los de siempre. Ya es hora de dejar de votar por miedo y empezar a hacerlo por grandes propuestas de transformación social.