Los errores de AngloGold Ashanti
AngloGold Ashanti, la multinacional sudafricana que está explorando si hay oro en el proyecto de La Colosa en Cajamarca y que salió perdiendo con el triunfo del No en la consulta popular, ha invertido 370 millones de dólares desde que pisó ese pueblo de 22 mil habitantes. De esa plata, según ellos, 19 millones de dólares se los ha gastado en programas con las comunidades de este pueblo.
Pero ni la plata ni los intentos de explicar lo que quieren hacer, convencieron a los más de seis mil cajamarcunos que votaron No el domingo. ¿En qué fallaron?
Las inversiones
AngloGold ha invertido plata, y bastante, en cambiarle la cara a Cajamarca. Pagaron 597 millones de pesos para remodelar el estadio del pueblo, el Gonzalo Escobar, que estaba caído y en abril del 2015 patrocinaron el partido entre Deportes Tolima y Deportes Quindío.
Era la primera vez que los cajamarcunos veían jugar en su estadio un partido de fútbol profesional y AngloGold sacó pecho por eso.
Hace tres años remodelaron la sala de urgencias del Hospital Santa Lucía y pusieron la mitad de la plata (150 millones de pesos) para entregarle al hospital una sala de rayos X para que los campesinos no tuvieran que viajar hasta Ibagué a sacarse una radiografía.
En ese momento, los de Anglo publicaron una noticia en su página en la que le recordaron a los habitantes de Piedras, que habían votado No a la minería en 2013, que mientras allá se quejaban por “el precario estado en que está su centro de salud, habitantes de Cajamarca asistían a la inauguración de un moderno equipo de Rayos X para su hospital. Piedras y Cajamarca ven el futuro diferente”.
Le regalaron al pueblo su primera ambulancia para que los pacientes graves tuvieran cómo ir hasta el hospital de Ibagué. Remodelaron la plaza de mercado y el matadero del pueblo y le pusieron gas domiciliario a las casas del casco urbano.
Todo eso solo en infraestructura.
Aparte, invirtieron en un proyecto de mejoramiento genético del ganado y en 45 fincas del municipio para cultivar aguacate. Con eso, ya han exportado 80 toneladas y AngloGold espera patrocinar la exportación de otras 400 el año entrante.
También tienen un proyecto que se llama “Jóvenes al campo” y que según le dijo la empresa a La Silla ha capacitado hasta ahora a 80 jóvenes y les ha patrocinado la siembra de media hectárea de chulupa y granadilla; tienen otro, también con jóvenes, en que les pagan los estudios en Panaca para que hagan un técnico agrícola; y también tienen uno de huertas caseras con 50 mujeres cabeza de familia.
“Hemos hecho todo para que la gente de Cajamarca nos acepte, pero claro, sabemos que hay cosas que hubiéramos podido hacer mejor”, dijo AngloGold a La Silla. “Las comunidades tienden a pensar que vamos a reemplazar al Estado. Y hasta allá no podemos llegar”.
Los errores que reconocen
La multinacional le reconoció a La Silla que a pesar de los esfuerzos se equivocaron en algunas cosas. La más clave de todas: informar bien y mejor.
Desde que AngloGold llegó a Cajamarca en 2006, la política de comunicaciones de la empresa era mantener un bajo perfil. Para un periodista que quería hablar con ellos era todo un reto lograr que le contestaran una llamada y si le contestaban, la respuesta era que “somos una empresa que acaba de llegar y que está apenas conociendo la región”.
“En general las multinacionales, no solo AngloGold, le apuestan siempre al silencio con los medios al principio y cuando ven empoderada a la sociedad, ahí sí le hablan a los periodistas y a la gente” dijo a La Silla Pablo Correa, el editor de Vivir, la sección que cubre medio ambiente en El Espectador.
En la empresa aseguran que esa política de bajo perfil ha venido cambiando desde hace tres años y la estrategia, desde entonces, es hablar cuando los buscan y ponerse a disposición de los periodistas.
El otro mea culpa de Anglo es sobre todo no haber sabido llegarle al campesino de a pie.
Aunque parte del cambio en la estrategia de comunicaciones ha sido invitar, por ejemplo, a todos los presidentes de las juntas de acción comunal a que conozcan la planta de La Colosa y darles tours para contarles lo que pretende hacer la multinacional, eso no se traduce en el campesino cualquiera.
Eso la empresa lo reconoce hasta públicamente en una presentación en la que dicen que dejaron crecer los mitos.
“Aquí la verdad es que hay mucha desinformación. Usted le pregunta a un campesino qué es La Colosa y le dicen que es el proyecto que va acabar con sus fuentes de agua, que de las regalías no nos vamos a quedar con nada, que van a abrir un hueco que nos va dejar sin árboles”, dijo a La Silla Eusebio Durán, que hacía parte del comité que promovía la abstención en la consulta.
“Me parece que el error más que de la empresa es del Gobierno por no venir hasta aquí desde que sabían que AngloGold quería explorar a explicarle a la gente lo que eso significaba. Y sin explicar bien, cogen ventaja las mentiras”, agregó Durán.
La empresa reconoce que a pesar que desde que llegaron invitaron a la comunidad a hablar sobre el proyecto, sí faltó comunicar mejor lo que hacían.
“Lo que creemos es que a veces una información tan técnica como la de minería es difícil de traducir y en eso pudimos fallar”, dijo la empresa a La Silla.
Algo que no ayuda a que la gente entienda lo que quieren hacer es que AngloGold no ha presentado estudios de impacto ambiental sobre el proyecto e igual ellos dicen que son estudios para los que necesitan tiempo de trabajo de campo. Y no lo han hecho porque de acuerdo con el Código de Minas, solo es necesario presentarlo cuando la multinacional pide licencia para explotar.
“Apenas estamos en fase de exploración. Si decidimos pedir los permisos al Estado para explotar, los presentaremos”, dice la empresa.
“Por eso valdría la pena, para que se hagan debates con información completa, que cualquier empresa tenga que pedir licencia para explorar porque eso la obliga de entrada a presentar estudios de impacto ambiental. Estudios con los que se evitaría la desinformación”, agrega el ambientalista Julio Fierro a La Silla.
En 2014 la ministra de Ambiente de ese entonces, Luz Helena Sarmiento, se comprometió públicamente a pedir licencia para explorar (cosa que Anglo apoyó en ese momento). A hoy, eso no ha pasado.
Los errores que les achacan
Fuera de esos golpes de pecho hay errores que perciben otros pero no AngloGold y que van más allá de los problemas de comunicación que reconoce la empresa.
Para una persona que viene de trabajar en el sector minero, un error de AngloGold y en general de todas las multinacionales que llegaron durante el Gobierno Uribe (la superficie de hectáreas con título minero pasó de 1,13 millones a 8,53 millones durante su gobierno) es que “se concentraron en hacer estrategias nacionales y no locales. El ministerio de Minas les gestionaba los permisos, sus políticas de responsabilidad social eran de corte nacional y se olvidaron de pensar en lo local”.
Otro error que no es menor fue el de subestimar por un lado el activismo judicial, como por ejemplo el del centro de estudios Dejusticia, una organización que viene analizando jurídicamente el tema y que el año pasado también se movió para que la Corte le diera autonomía a los municipios para prohibir la minería.
“Mentes jurídicas brillantes se dedicaron a promover un activismo que cambió las decisiones de la Corte y la vocería del sector y de Anglo específicamente, no se sintió en ese momento”, nos dijo la fuente que viene de la minería. “El peor error de Anglo fue quedarse callados. No defenderse”, agregó.
Y por otro lado, subestimar la crecida que ha tenido el movimiento ambientalista en el país porque temas como el agua o la calidad del aire se han vuelto preocupaciones de las grandes ciudades y han llegado hasta los discursos de precandidatos como Claudia López, el senador Jorge Enrique Robledo o el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro. O para no ir muy lejos de Cajamarca, el alcalde de Ibagué Guillermo Alfonso Jaramillo, que promovió también una consulta minera en su ciudad.
“Mientras los ambientalistas se han reinventado y han logrado que la agenda ambiental se mueva en medios y la gente se preocupe por el agua, el sector minero no. Siguen con el discurso de que generan regalías, empleo y que pagan impuestos. Pero ese discurso se quedó congelado en el tiempo”, dice la fuente que pertenece al sector.
Otras dos fuentes por aparte nos dijeron que a la hora de contratar gente para el proyecto, a los cajamarcunos les ofrecen los trabajos de más bajo rango como el de auxiliar de campo y que les pagan 900 mil pesos.
“La verdad hay que decir que lo que son los ingenieros, topógrafos o geógrafos que se necesitan y que ocupan cargos de más alto nivel, no contratan gente de aquí”, dijo a La Silla Durán del comité abstencionista.
“Entonces mucho profesional de aquí, que se formó con la ilusión de que le dieran trabajo, se vio excluído”, agrega Duran.
En la empresa nos dijeron que a un auxiliar de campo le pagan dos salarios mínimos (un millón y medio) y que es cierto que no contratan gente para cargos de alto nivel porque “no hay gente capacitada para esos cargos. Nosotros vamos por círculos. Si necesitamos a alguien, la buscamos primero en Cajamarca, luego en Ibagué y si no encontramos, buscamos en otras partes del país”.
Para Renzo García, del comité promotor del No, “a ellos los ha matado la soberbia, porque creen que con todas esas inversiones convencerían a la gente y no”.
Según García, en los espacios de discusión entre la multinacional y las comunidades “no valoraban las críticas. Creían que con tener el respaldo del Gobierno era suficiente y que no íbamos a lograr lo que logramos” dijo refiriéndose al triunfo del No. “Cuando uno hablaba con defensores de la minera, decían que era imposible que pasaramos el umbral”.
Por ahora la multinacional no ha decidido si va pedir o no la licencia para explotar e igual dicen que de aquí a allá hay por lo menos cuatro años. La noticia del No de Cajamarca ya llegó hasta las oficinas de Sudáfrica y desde allá La Silla supo que ya le escribieron al ministro de Minas Germán Arce. La empresa está analizando qué hacer. Y eso incluye enfrentar los errores.