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La historia de Guillermo Alfonso y Nelson, el habitante de calle de Interlaken

Ibagué
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Guillermo Alfonso Jaramillo todavía era candidato a la Alcaldía de Ibagué cuando vio por primera vez a Nelson Londoño, un habitante de la calle en el sector de Interlaken.

El entonces candidato se acercó a él y le preguntó: -¿Quiere salir de esto?- y Nelsón, sin dudarlo, respondió: -sí-.

-Déjeme salgo de esto y vuelvo por usted-, le dijo Jaramillo al hombre viejo y cansado, de barba larga y canosa, que transitaba por las calles del centro de la ciudad.

Fue durante un recorrido por la zona cuando el hoy Alcalde se cruzó con Nelson. El aspecto harapiento, exhausto, del hombre que ha vivido durante años en las calles de Interlaken, fue sin duda impactante para Guillermo Alfonso.

De lo que quería salir Jaramillo era de la campaña electoral, sin importar el triunfo o la derrota. Más allá de cualquier plan de gobierno, la solidaridad y el humanismo deben ser las nociones primordiales de todo médico.

La recuperación

Y fue en el primer consejo de gobierno, el dos de enero, que Guillermo Alfonso Jaramillo le dio la primera orden a Claudia Cerón, su secretaria de Bienestar Social. Le pidió que antes de terminar el mes de enero, debía buscar a Nelson.

Un grupo de trabajadores sociales acudió al barrio Interlaken en busca del hombre abandonado.

Como en la mayoría de los casos, convencer a Nelson fue una tarea ardua. La comunicación fue un impedimento debido a la senilidad del hombre. Sin embargo, la labor del equipo logró convencerlo solo hasta el pasado jueves 28 de enero.

La secretaria Claudia Cerón y el alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo llegaron hasta la calle 20 con carrera Sexta. Allí estaba, sentado en el andén, recostado en un poste de energía.

El Alcalde le habló. Le dijo que volvía a cumplir con su palabra de sacarlo de la calle y lo llevaron hasta la Corporación Nueva Esperanza, un hogar geriátrico que atiende hasta doce personas en el sector de Villa Café.

Lo primero que hicieron las trabajadoras sociales con Nelson fue mostrarle las instalaciones del que sería su nuevo hogar. A partir de entonces, iniciaron un proceso de adaptación que incluye la socialización con los abuelos que habitan el lugar, así como la alimentación, limpieza y atención médica.

Lo cierto es que la suerte de Nelson volvió a cambiar. Pasó de viajar por todo el mundo en la Flota Mercante Grancolombiana a vivir en las calles de Ibagué. Quienes viven en Interlaken lo recuerdan como un hombre tranquilo, silencioso. Hoy, gracias a una acción humanitaria, Nelson cuenta nuevamente con una posibilidad de mejorar su calidad de vida.

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Cuestión de vida

La Corporación Nueva Esperanza tiene seis hogares geriátricos en la ciudad. En estos sitios se atienden ciento ochenta y seis ancianos que fueron víctimas de abandono por parte de sus familiares o que, como Nelson, se encontraban en situación de desahucio y habitaban las calles de la ciudad.

Estos hogares tienen como propósito brindar atención médica y alimenticia a los abuelos más humildes. De igual manera, la Corporación se ocupa de ir en busca de las personas que se encuentran en situaciones delicadas, pues es común encontrar abuelos encerrados o amarrados.

Así, se calcula que estos hogares llegan aproximadamente más de diez personas de la tercera edad cada mes. Solo en lo que va corrido de este año, la Corporación ha atendido a dieciocho abuelos abandonados o habitantes de la calle.

Por supuesto, la historia de Nelson debe ser un ejemplo de una política pública para la atención humanitaria de personas en condición de abandono. El gesto del alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo, debe ser solo una directriz de la forma en que los gobiernos deben gestionar políticas que velen por el respeto de la vida y los derechos humanos.

 

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