'La guanábana' de San Simón, un bus escolar que se convirtió en patrimonio histórico
"La guanábana", así le llaman cariñosamente en alusión a su color verde con blanco. El bus de la Institución Educativa San Simón de Ibagué (otorgado por el Ministerio de Educación Nacional) operó por más de 40 años, y hoy es uno de los tesoros históricos del plantel. Puede vérsele desde la entrada, diagonal a la figura del General Francisco de Paula Santander, fundador del colegio en 1822.
En él se sentaron personajes destacados de la política nacional como el actual Fiscal General de la Nación Eduardo Montealegre, y el exsenador Alberto Santofimio Botero. Incluso, los exmandatarios Luis Carlos Delgado y Luis H. Rodríguez.
Miguel Gaitán, más conocido como “Miguelito”, fue conductor del Ford modelo 56’ durante más de veinte años. La activa participación de los estudiantes en los escenarios culturales y deportivos hizo que “La guanábana” recorriera Bogotá, Cali, Santander, Boyacá, Caldas y otros departamentos del país. Entre risas y orgulloso, “Miguelito” cuenta que llegaron hasta el Ecuador en 1982 por algún certamen deportivo.
Una anécdota que él recuerda, es la ocurrida durante el viaje de la Tuna del San Simón a Alpujarra, Tolima un 25 de diciembre. Una avería en el vehículo retrasó el regreso a Ibagué, teniéndolo a él y a los estudiantes simonianos hasta medianoche en el corregimiento La Arada. Finalmente, fue gracias a los padres de un par de ex alumnos que lograron ponerse en marcha de vuelta.
“Miguelito” es oriundo de Lérida, y llega a Ibagué a la edad de 20 años. Trabaja como conductor en Cementos Diamante, para luego llegar a timonear “La guanábana”. Hoy, es portero de la Institución Educativa San Simón, su turno es de media jornada y se declara como un fiel santanderino por sus más de 30 años de servicio.
Fue gracias al rector Dagoberto Portela que el bus sansimoniano fue considerado patrimonio de la institución. Ha sido pintado un par de veces, y es testigo infaltable en las fotos de los estudiantes del grado once que, aunque no se hayan sentado una vez en él, no lo miran de lejos sino que lo sienten como una insignia imprescindible en el recuerdo de su etapa académica.