La Eskina del Barrio, un proyecto musical que cambia vidas en el sur de Ibagué
Desde el 2007, La Eskina del Barrio ha trabajado por cambiar la cara del sur de Ibagué. Frente a la falta de oportunidades, un grupo de cinco jóvenes se arriesgó a soñar un futuro diferente, defendiendo su origen y sus convicciones. Su apuesta por la música y el baile, le han permitido a muchos chicos de las comunas del sur de Ibagué aprender el rap, el grafiti y el break dance, y luchar por hacer de alguno de ellos, su proyecto de vida.
Como un proceso de transformación social a través del arte, La Eskina del Barrio ha logrado hacer presencia no sólo en Ibagué, sino en los municipios del Tolima, y varias ciudades de Colombia, al igual que en países de otras latitudes. Este proyecto de casi diez años, y que cuenta con su sede en el barrio Kennedy, es ejemplo y motivación para quienes sueñan cambiar pequeños mundos, encontrando fuerza en sus más grandes deseos.
Empezando a soñar
Como un territorio de arte, paz, convivencia y cuna de artistas, es como Mauricio Rodríguez, Director de la Eskina del Barrio espera que se vea a los sectores del sur de Ibagué. Fue a finales del 2006 que junto con cuatro amigos decidieron generar activismo cultural en zonas estigmatizadas comúnmente por sus niveles de violencia o hechos delictivos. En el movimiento del cuerpo y las virtudes de la danza y el rap, encontraron una forma de expresarse y una opción de vida que quisieron compartir con niños, jóvenes y adultos.
Su primera iniciativa surge en 2007 en la comuna 12, como centro de reunión para los habitantes de las comunas 11 y 13. Los cinco fundadores ya habían conocido la música, el graffiti y el break dance en su adolescencia, o como ellos dicen “ya estaban untados de mucho hip hop”. En particular, recuerdan y dan gracias a Charlie Vargas, un profesor que les abrió las puertas de la danza contemporánea a finales de los 90’, y les enseñó a entender que el arte es una herramienta para compartir. Luego desarrollarían por sí mismos un proyecto de grupos desde la música, la pintura y el baile. Las jornadas empezaron siendo todos los días y luego los sábados en las tardes, y acudían hasta 80 chicos interesados en descubrir este tipo de arte.
El comienzo no fue fácil. Los soñadores tocaron puertas para sustentar sus talleres. Pedían permiso para contar con escenarios como salones comunales, casetas y parques. Se acercaban a las ferreterías a pedir aerosoles y pintura. Organizaban fiestas, vendían rifas y tamales. Su ocupación además no era bien vista ni por la fuerza pública ni por sus vecinos, pues un tatuaje en el brazo o un piercing en la oreja eran motivo para desconfiar y juzgar negativamente a los jóvenes que bailaban y rapeaban.
En algunas ocasiones recibieron incluso amenazas de muerte, no obstante, siempre tuvieron la idea de que lo más importante era que “querían hacer algo, saber hacer algo, así no supieran a dónde iban a llegar”. Esta, fue su manera de responder a un contexto de violencia urbana, abandono estatal, vulnerabilidad de derechos, pocas oportunidades y estigmatización de los jóvenes del sur.
Se bautizó este proyecto como La Eskina del Barrio, como una manera de resignificar el pedazo de concreto en donde habitan donde habían sido asesinados muchos amigos y jóvenes a raíz de la violencia de los 90’ y principios del 2000, pero también en honor a su representación tradicional como un sitio para conversar. “En la esquina del barrio no solamente pasan cosas malas…hay una peluquería, un restaurante, vive una familia, hay una carnicería, es el paradero de los buses…en la esquina del barrio sale la señora a vender arepas, empanadas”, y también, arrancan procesos formativos como el que lideran Mauricio, Taison, Camilo, John, Luis, Michael, María Paula, Dig, Navarro, Sneider, entre otros chicos más.
El Hip Hop como proyecto de vida
Uno de los propósitos de La Eskina del Barrio es ser una oportunidad de progreso y realización personal para quienes hacen parte de él. En Ibagué son escasas las opciones laborales, por lo que uno de los caminos que a los jóvenes les queda es prestar el servicio militar, ingresar a la policía, y hoy emprender un camino en la Eskina del Barrio, en donde se enseña y se estudia rap, grafiti, break dance, deejay, producción musical y audiovisual, para que cada uno asuma lo que le guste, y lo desarrolle a su manera. Aquí también hay horarios y disciplina, pero no sujetos al estricto esquema de ocho horas; y también coordinadores pero no jefes, pues todos se reconocen como una familia.
Una de las “reglas” es profesionalizarse en lo que se aprende. Los integrantes de la Eskina aparte de ser artistas son estudiantes y profesionales en Arquitectura, Psicología, Danza, Física, Matemáticas, Comunicación Social, Formulación de Proyectos, y Trabajo Social, entre otros. Es el caso de John Edison Arias, conocido como Freek. Es grafitero y estudiante de séptimo semestre de diseño gráfico y lleva seis años en la Eskina del Barrio, primero como aprendiz y ahora como coordinador de los talleres de grafiti. Le interesa la cultura hip hop y las batallas de break dance. Reconoce que una parte de su familia no lo apoya porque suelen asociar el grafiti con el vandalismo.
FreeK ha pintado muros en su barrio, y en las paredes de sectores como el centro y El Salado, con el propósito de dejar más que una marca, un legado. También, ha presentado el grafiti a los pobladores de los municipios del Tolima, en el marco del trabajo que desarrolla La Eskina del Barrio en el departamento, con campañas para prevenir el consumo de drogas y promover una sexualidad sana. “Intento cambiarle la cara a las cosas…no quiero ser el típico grafitero que sólo escribe su nombre, que a veces la gente ni entiende, sino dejar un mensaje…el grafiti es una forma de ser uno mismo en la pared…yo sueño con un sur lleno de color e Ibagué pintado de la manera en como la vemos los jóvenes, que somos quienes hacemos la ciudad”.
Como FreeK, varios han sido los jóvenes que se han formado en este proceso, y han continuado independientemente. Ser escuela y creer en lo que se tiene y lo que se hace, han sido las claves, según Mauricio Rodríguez, para visibilizar el sur y para que los jóvenes construyan la ciudad en donde quieren vivir.
La Eskina del Barrio en escena
En los últimos cinco años, La Eskina del Barrio ha recorrido en dos ocasiones todos los municipios del Tolima, y han visitado países como México, España Holanda y Argentina. Dicen no tener secretos para su éxito, más bien su constancia, sentido de pertenencia y ganas de ser diferente de los demás, han sido los bastiones de su lucha. Cada año se pone en marcha una iniciativa específica, enmarcada en las líneas de acción que surgen con las nuevas ideas, integrantes y alianzas.
El proceso base es la formación en talleres barrialesque se despliega en grupos de artistas que buscan hacer sus presentaciones y participar en festivales y concursos. El repertorio musical se produce en el estudio de grabación con que cuenta La Esquina del barrio en su sede, ubicada en el barrio Kennedy de Ibagué. Manejan además, proyectos como el Festival El Sur es Arte que ha contado con más de 500 artistas en sus tres versiones “en este escenario le mostramos al mundo que para nosotros no hay imposibles” y la iniciativa De qué color es tu Barrio, para despertar la sensibilidad de la gente por medio del embellecimiento de los espacios a través del grafiti.
Hay también un área que se ha empezado a explorar, como lo es la comercialización de prendas, stickers, CDS y otros objetos insignias de La Eskina del Barrio, y ahora la apertura de un centro de comidas rápidas de estilo artístico con música en vivo, como una estrategia de emprendimiento. Se espera contar con varios puntos para 2016, y la idea es liderada por “Faraón”, como se reconoce a otro integrante de la Eskina.
Así mismo, se encuentran trabajando y articulando proyectos desde hace varios años con la Dirección de Salud Pública de la Gobernación del Tolima, las Alcaldías de Cajamarca y Chaparral. A nivel nacional, han desarrollado procesos de formación en Caquetá y Meta, dejando grupos que se apropien y continúen los procesos. Han logrado alianzas con la ONU, el ICBF y la Presidencia de la República, a través de estrategias de sensibilización, prevención, proyecto de vida y emprendimiento cultural para los jóvenes. Todo enmarcado en el aprovechamiento productivo del tiempo libre, y en el arte, la paz y la convivencia. Recibieron además un reconocimiento por ser uno de los mejores procesos de paz desde el arte, otorgado por la Corte Penal Internacional.
Desde el primer momento, este grupo de chicos se interesó por conocer qué tipo de proyectos y convocatorias ofertaba la ciudad, participando de los concejos municipales de la juventud, y conociendo los mecanismos para promocionar su talento. Han aprendido a gestionar recursos y apoyos, al punto de conseguir becas para que integrantes de La Esquina del Barrio estudien una carrera en ciudades como Bogotá o Manizales, e incluso, en el exterior.
Sus logros han sido reseñados por medios como Canal Caracol, Canal RCN y Canal de El Tiempo, igualmente por prensa nacional y local. Están incluidos en un proyecto editorial que buscar teorizar su proceso como herramienta pedagógica, pues ellos mismos han creado sus metodologías, y han alcanzado propósitos notables de gran impacto social.
Los retos para el 2016
Además de continuar con sus procesos formativos en los sectores del sur, La Esquina del Barrio espera desarrollar un proyecto piloto en los colegios y universidades de Ibagué, para iniciar a los niños en la danza, el break dance, la producción musical y el grafiti, desde la pintura y el dibujo.
Piensan también en producir su propia película, para contar la historia de lo que ha sido “traficar arte en las comunas” como dice su slogan, y de la mano de la productora FTZ, quienes les han ayudado a configurar su memoria audiovisual como proyecto de transformación social. Uno de sus sueños es conocer las Favelas de Río de Janeiro en Brasil, pues se sienten identificados cultural y contextualmente con el trabajo que han desarrollado organizaciones amigas, en pro de la formación artística de sus habitantes.
Son trece personas las que conforman la mesa directiva de La Esquina del Barrio. Más que compañeros de trabajo son amigos, que se han entregado a la misión de hacer ver a los barrios del sur no como centro de violencia, sino como un ejemplo cultural visible y cierto para los ibaguereños. Que no haya sólo una, sino varias esquinas, es el reto permanente en las cabezas y corazones de quienes han visto crecer el proceso desde 2007, proyectándolo hacia grandes horizontes.
Tienen claro que “antes que ser artistas, debemos ser personas”, por lo que no olvidan sus comienzos y las vicisitudes que pasaron antes de ser reconocidos como actores sociales y gestores de cultura. Son humildes, pero orgullosos al hablar de su casa, de su familia, de sus comunas pues les ha costado esfuerzo, sudor y persistencia llegar donde están hoy por hoy y que se les reconozca ese trabajo de años y sean ejemplo para la región el país y el mundo.
El barrio es su insignia, y a ellos se les debe no sólo haber soñado el cambio, sino sembrar cada día con sus voces, manos y pies, esperanzas de futuro para los jóvenes colombianos.