Veo y leo en algunos lados, titulares de notas periodísticas donde dicen que los mismos partidarios endilgan la derrota en las urnas de los candidatos del Centro Democrático (CD), al presidente Duque (qué cosa, iba a escribir el nombre, pero solo me acuerdo del apellido, en serio).
El uribismo sí que tiene eso: memoria selectiva y un dedo índice presto a señalar a un solo culpable. Pero en este caso la culpa no es de Duque o al menos no es el único que la tiene... al final, él solo ha hecho lo que le han ordenado.
Hay que ver que de un tiempo para acá (o sea desde hace más de 15 años), cada día y por todo lado salen partidarios del CD metidos en cualquier cantidad de "líos" que han minado poco a poco la que parecía invencible popularidad del partido.
Personajes como la monja de los mercados y el megáfono, el candidato de Bello con brazalete del Inpec, Vargasvil y su presunta pedofilia, son los casos más recientes. A eso hay que sumarle los desatinos de Carrasquilla, Botero, Martuchis, Andrés Felipe Arias y demás rutilantes figuras del espectro uribista, que de tanto en tanto sacan a relucir su ineptitud y les toca guardarse un ratico para que a la gente se le embolate y olvide la cosa, mientras ve la novela o el partido.
No hay que olvidar que ellos NUNCA fueron elegidos por Duque, si no por el gran patrón, que con estas y otras salidas en falso (como ordenar por un lado una cosa, para que después salga Duque bien caracterizado a decir que no está de acuerdo, para así tratar tristemente de hacernos creer en su supuesta independencia, calmar el vendaval de críticas y ver cómo se comporta la masa) son una muestra más de la falta de cordura y de enfoque del gran jefe.
Esta derrota abre las puertas a que algún día (tal vez), podamos verlo enfrentado a un tribunal, una corte penal o así sea pagando un parte en Tránsito; porque al ver que ya no lo apoya la gente, quienes le tapan todo, o sea, el montón de facinerosos en altos cargos estatales, abogados y demás, van a dejar de hacerlo; al caído, caerle.
Tan sencillo como que en la política no hay amigos, solo aliados, y ellos estarán ahí mientras el árbol dé sombra, y al árbol del uribismo, se le empezaron a secar y a caer las hojas como suele suceder en el otoño... al final, las huestes uribistas, como en cualquier "familia" de mafiosos que uno ver por t.v., se agarrarán de las greñas entre ellos, o a punta de acusaciones, contra acusaciones, dimes y diretes y hasta (ojalá que no) bala, para ver quién se queda con las banderas de la "mano firme y el corazón grande".
O quién sabe... al final, y no sería raro, ninguno querrá tener o dirá que jamás tuvo algo que ver con el trapo estampado con la efigie del otrora ungido "mesías" de los colombianos de bien. Este puede ser en verdad otro otoño del patriarca. Ojalá, así sea.