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Sakana, el sushi que rollo a rollo conquista paladares en Ibagué

Encontrar lo positivo en la adversidad es la clave del éxito de Hugo Albarello, el empresario que vende uno de los sushi’s más famosos de Ibagué.
Ibagué
Autor: Redacción Ibagué
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Redacción Ibagué
Sakana, el sushi que rollo a rollo conquista paladares en Ibagué

¿Cómo termina un ingeniero industrial que se dedicó por años a los negocios del sector de la construcción en una cocina donde se prepara sushi?

Hugo Albarello, empresario y cocinero tolimense, asegura que es por vocación, por un tipo de llamado y un poco de azar.

Él, al igual que su familia, se dedicó por años a los negocios relacionados con las ferreterías en diferentes municipios del Tolima y Cundinamarca. Por el legado familiar dejó atrás el ejercicio de su carrera universitaria y también su sueño de ser cocinero; uno para el que también se formó en Bogotá hasta el 2011.

Pero, como en todos los negocios, también le llegó una vaca flaca. En 2014, entre cambios políticos, sociales y el deseo de no seguir haciendo su vida en Bogotá, este empresario decidió regresar a Ibagué y empezar de cero un nuevo rumbo.

“Empezamos a buscar una nueva oportunidad y, como por suerte, se aparece un local en Prados del Norte; no sabíamos qué íbamos a poner o qué hacer, pero lo tomamos y contemplamos las hamburguesas o pizzas, pero mi esposa fue la que nos impulsó a que fuera sushi”, le contó Albarello a EL OLFATO.

Su esposa era quien tenía la confianza de que ese sería ‘el mejor sushi’ de Ibagué. “Ella había probado varios en la ciudad y ninguno le había gustado. Hasta cinco minutos antes de abrir yo quería poner una fritanguería, pero hoy podemos darle la razón a su elección”, precisó el empresario.

Desde ese día, por la historia de su restaurante Sakana (que traduce pez en japonés) han pasado ya siete años de perseverancia, una placa como ganador del Sushi Master de 2019 y una pandemia.

Ser catalogados por los comensales como el restaurante del mejor sushi fue un cohete que los elevó en ventas y seguidores; la pandemia, entre tanto, fue el impacto que les recordó que de la adversidad también se renace.

“En la pandemia se sintió mucho miedo e incertidumbre. En ese momento tomamos la decisión de cerrar un día y al siguiente montamos nuevos protocolos y empezamos a trabajar a domicilio; después empezamos a vender kits para hacer sushi en casa. Fue tan exitoso que pudimos verle el lado positivo a la adversidad”, mencionó el cocinero.

Familias comprando sushi, empresas pidiendo kits para sus empleados y pagos por encuentros virtuales para que enseñaran a preparar este plato oriental por videollamadas fueron las acciones que impulsaron tanto a Sakana que ahora la meta es conquistar cada departamento de Colombia.

Tres años después de la fase más álgida de la pandemia cuadruplicaron los empleados, pasaron de 9 a 54, todos vinculados formalmente; de una a tres sedes y tienen su propia planta de producción donde se prepara toda la materia prima que garantice que el sushi y las salsas de Sakana sepan igual en las sedes de Prados del Norte y La Samaria en Ibagué, o en la sucursal de Neiva.

“La sede del Huila cumple tres años y es la primera fuera del Tolima, pero nuestro sueño es llegar a todos los departamentos del país. Ahora estamos en plan de expansión en el Eje Cafetero; ya estuvimos en Manizales y consideramos que es un buen lugar para iniciar”, apuntó Albarello.

El crecimiento de Sakana no es gratuito, asegura su copropietario. El interés por los detalles, el cuidado de los productos y la creatividad en los colores y sabores han permitido que el voz a voz haga lo suyo.

“Aquí nos preocupamos porque sea todo delicioso, pero también que sea un lugar lindo, confortable y donde nuestros visitantes se sientan cómodos. Hacer empresa es un sueño que vale la pena, que tiene mucho sacrificio, pero que también –al verse hecho realidad– da una gran satisfacción”, mencionó.

Con el sabor que ha caracterizado su marca, en el empuje pijao que lleva en las venas y la persistencia de un tolimense de pura cepa, Albarello y su esposa –coequipera en este sueño– esperan seguir conquistando paladares y dejando en alto la sazón y el tesón tolimenses.

A sus 33 años de edad, al empresario lo que le quedan son años para seguir haciendo empresa a lo largo y ancho de Colombia.

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