Rumbas y pólvora desesperan a los habitantes de la vereda Chucuní de Ibagué
El auge turístico de la vereda Chucuní de Ibagué tiene desesperado a sus más de 500 habitantes. La rumba y la pólvora se apoderaron de este sector de la capital tolimense durante el fin e inicio de año.
Según los residentes de Chucuní, las nuevas casas de eventos y zonas de descanso han afectado su calidad de vida y la de los animales domésticos y silvestres que aquí habitan. Esta situación, aunque se presenta desde hace cuatro años, se incrementó con la pandemia del COVID-19.
“Estamos preocupados porque Chucuní es una vereda de avistamiento de aves y nosotros queremos tener una vereda con un turismo responsable, que la gente venga a descansar", manifestó una habitante de la zona.
"No podemos dormir y hay muchos adultos mayores enfermos. Necesitamos urgente que el Gobierno mire a Chucuní”, agregó.
A su vez, indicó que por el uso indiscriminado de la pólvora, los perros y gatos se están infartando. Incluso, varias aves que habitan en esta zona han muerto.
“Nosotros necesitamos que nos pongan orden. El ruido y la pólvora están afectando todo. Tanto que hablamos de ecología y la estamos acabando”, aseguró.
Algunos de los habitantes manifestaron que las autoridades solo han ido a revisar la zona, pero no han tomado medidas correctivas frente a lo que sucede.
“Hemos hecho derechos de petición, llamado a la Alcaldía de Ibagué y la Policía. Hace un año vino el secretario de Gobierno y el coronel y se comprometieron a hacer controles con drones y uniformados los fines de semana, pero en conclusión, no ha pasado nada”, señalaron.
Frente a esta denuncia, el secretario de Gobierno de Ibagué, Óscar Berbeo, explicó que por la temporada decembrina aumentó el flujo de visitantes y paralelamente se desbordó la capacidad de respuesta de las autoridades.
“Ahora estamos volviendo a organizar los puntos de control a ver si logramos parar esto allá y en otros puntos”, aseveró.
Asimismo, dijo que no pueden decir que no hay presencia de las autoridades en la vereda. “Finalizando diciembre estuvo allí la Policía, la Secretaría de Medio Ambiente y la Secretaría de Gobierno con el sonómetro realizando control de ruido. Lo que sucede es que el tema del ruido es difícil porque cuando se mueve la Policía vuelven y le suben y así se la pasan”, acotó.
De igual forma, expresó que el seguimiento a las casas que son utilizadas para eventos y fiestas ha sido complejo porque al solicitar la certificación de operador turístico, nunca la tienen, afirmando que es uso personal del dueño. “Entonces, no se puede proceder con las sanciones por falta de pruebas”, puntualizó.
No obstante, informó que han aplicado todas las sanciones que la ley permite pero “los infractores ya se saben todas las mañas para evadir. Yo en eso soy inflexible y cuando los agarro no rebajo ni media, pero es duro agarrar uno”, concluyó.
La comunidad se ha organizado para seguir realizando derechos de petición con el fin de encontrarle una solución a la problemática.