La particular experiencia de un músico ruso con el aguardiente Tapa Roja
17 de mayo de 2025

La particular experiencia de un músico ruso con el aguardiente Tapa Roja

La visita director ruso Nikolay Tsinman se dio en el marco del Festival Internacional de Piano del Conservatorio del Tolima, celebrado del 12 al 17 de mayo.

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Escrito por: Sergio Andrés Quintero Morales
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La primera visita del violinista y director ruso Nikolay Tsinman a América fue tan intensa como inesperada. Viajó desde Moscú para participar en el Festival Internacional de Piano del Conservatorio del Tolima, celebrado del 12 al 17 de mayo en Ibagué, ciudad que lo sorprendió por su calidez humana, su comida típica y una bebida que no olvidará fácilmente: el aguardiente Tapa Roja.

Tsinman llegó para conmemorar los 150 años del nacimiento de Sergei Rachmaninoff (1873–1943), y su presencia le aportó solidez artística y sentido histórico a una programación que reunió a pianistas de alto nivel.

 

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Pero más allá de su impecable desempeño artístico, fue su cercanía, espontaneidad y buena dosis de humor lo que terminó por conquistar a quienes lo conocieron. En conversación con EL OLFATO, Tsinman no ocultó su fascinación por Ibagué ni el impacto que tuvo su primer encuentro con el aguardiente tolimense.

“Fue una noche de celebración. Nos tomamos una botella de Tapa Roja entre dos personas. Muy fuerte, pero muy bueno. Al otro día el guayabo era real pero cuando subí al escenario, el público me dio toda la energía. Me devolvió el alma”, dijo.

Tsinman le encantó Ibagué no solo por su tradición musical, sino por el calor humano de sus habitantes y la disciplina con la que se organiza un festival de este nivel.

“Todo ha sido espectacular: la comida, la gente, la organización. En el Conservatorio se respira seriedad, pero también alegría. Y eso me inspira muchísimo”, agregó.

Durante su estadía, el maestro dirigió varios de los ensambles que acompañaron a los pianistas internacionales, dictó talleres y compartió con estudiantes locales. Además, afirmó que fue recibido con afecto genuino y que se sorprendió con la cortesía de los habitantes de la capital tolimense.

“Me encanta cuando uno dice ‘buenos días’ o ‘buenas tardes’ y la gente se detiene a responder, a sonreír. Es un país donde el saludo aún significa algo, y eso es muy valioso”, reflexionó.

A Tsinman también le apasiona el fútbol, deporte que, según él, lo conecta con la emoción pura del presente. “Me gusta vivir el aquí y el ahora. No me interesa tanto el futuro lejano, sino el momento. Por eso disfruto tanto dirigir música en vivo: cada nota ocurre una sola vez, y hay que vivirla como si fuera la última”.

La experiencia de estar por primera vez en otro continente, en una ciudad intermedia como Ibagué y en un evento artístico tan bien organizado, lo dejó marcado. “No esperaba tanto, honestamente. Pero este lugar es mágico”, mencionó.

Con su dirección firme y su energía contagiosa, Nikolay Tsinman se convirtió en uno de los protagonistas más entrañables de esta edición del festival. Y aunque su paso fue breve, el artista quedará resonando por mucho tiempo en las memorias del Conservatorio del Tolima.

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