Falleció el legendario cronista de Ibagué Camilo Pérez Salamanca
Un infarto apagó la vida de Camilo Pérez Salamanca, uno de los periodistas más importantes de la historia de Ibagué.
Su deceso se produjo en la madrugada de este jueves, en su casa, ubicada en el barrio Ancón, informó Suly Cardozo, quien fue su secretaria por más de 5 años.
Camilo nació en China Alta, zona rural de Ibagué, el 28 de febrero de 1949, y acababa de cumplir 72 años.
En su prolífica trayectoria hay más de 15 libros, muchos de ellos relacionados con la historia de Ia ciudad, y su conocimiento también lo puso al servicio de la Universidad del Tolima, en donde fue su jefe de comunicaciones durante casi dos décadas.
Pérez Salamanca había perdido la visión y, en los últimos años de su vida, le costaba mucho más oír.
“Hace siete años entró a proceso de diálisis y, en todo ese tiempo, pese a las dificultades, en ningún momento dejó de escribir. Se valía de su esposa, María Idaly, quien conocía toda su obra, sus libros y documentos. También organizaba sus fotografías, una hemeroteca de más de 5.000 fotografías de Ibagué, Tolima y su personaje”, contó Cardozo.
Ella, María Idaly Aguiar, su compañera de siempre, había fallecido hace 10 días, como consecuencia un paro cardiorrespiratorio.
“Con un cuaderno y un lapicero, se sentaban los dos, a la hora que a él le saliera el chispazo; él empezaba a dictarle y ella a transcribirle. El oficio de nosotros como secretarios era simplemente transcribir lo que ella escribía al computador y leérselo en voz alta para hacer las correcciones”, recordó.
Hace hace algo más de dos años, EL OLFATO le había hecho este homenaje a quien fue ‘el cronista de Ibagué.
Homenaje a Camilo Pérez Salamanca
Camilo Pérez Salamanca publicó 15 libros y tiene otros 10 en espera. La mayor parte de su vida la dedicó al periodismo, un oficio en el que aprendió, como los grandes maestros del siglo pasado, a tomar notas y encontrar historias ocultas en personajes anónimos de la ciudad.
Su amor por Ibagué y su curiosidad innata lo llevaron a investigar cosas que otros jamás han hecho. Durante al menos dos años, pasó largas temporadas en la hemeroteca nacional rebuscando entre viejos periódicos las historias, personajes y anécdotas más interesantes del siglo XIX, esto con el único interés de contar detalles que nunca habían sido revelados.
“Recuerdo cuando encontré en el periódico Neogranadino un artículo que se titulaba ‘Colombia país exportador’, y me causó curiosidad porque para finales de 1800 no se me ocurría que pudiéramos ser exportadores de algo. Sin embargo, en la nota encontré que desde aquí se vendían sombreros para el exterior y que Chaparral era uno de los municipios de Colombia dedicados a la fabricación de este artículo”, relató.
Camilo declaraba que tenía buena memoria y lo comprobaba con cada uno de los datos que recuerda con precisión. Fechas, momentos y nombres no se escapaban de su mente, por eso guardaba anécdotas de Ibagué, la ciudad en la que ejerció su oficio toda la vida.
“Uno no nace siendo escritor, se hace de una sola forma y es leyendo, leyendo y leyendo. Cuando era joven me decían escriba, borre, bote y vuelva a escribir. De eso de trata, de hacerlo muchas veces para perfeccionarse”, aseguró.
Y es que luego de leer centenares de libros decidió publicar los suyos para contarle a los ibaguereños las historias que se encontraban escondidas entre las calles que ya no están, entre los barrios que cambiaron de nombre de esa Ibagué de antaño, un lugar que todavía no se vislumbraba como una capital, sino como un pueblo grande.
De igual forma, en su quehacer periodístico encontró personajes dignos de sus textos, algunos muy reconocidos, pero no por pertenecer a familias adineradas o ejercer cargos importantes, sino por ser parte de la cotidianidad de la ciudad.
Así fue como en 2013 publicó el Quinteto de Ibagué, una serie de textos en los cuales reconstruye la historia de la ciudad, y todo ello a través de las palabras de personajes anónimos: hombres y mujeres que son invisibilizados, despreciados y olvidados por todos.
Camilo logró recopilar al menos 100 historias de personas como Anabeiba Tucumá “Chita”; el cartero Pedro Arce; Don Justo Rozo -un chofer de bus urbano-; ‘Chencha’, un voceador de periódicos; y la ‘Guacharaca’ y ‘Badana’, dos habitantes de calle populares en la capital del Tolima durante el siglo XX.
Sin embargo, hay dos entrevistas que tienen un significado especial para él. La primera de ellas fue la que hizo a ‘El loco Álvaro’, un personaje que recorría las calles de Ibagué con una vestimenta particular.
En el libro, Camilo transcribió la entrevista que le realiza al curioso personaje: “¿Qué es el olvido?”, le pregunta Pérez Salamanca; y ‘El loco Álvaro’ responde: “Es el vacío de la memoria”. Luego de más de una decena de preguntas, el periodista escribe: “-¿Usted es loco?" Y su personaje le responde: "El loco es usted que perdió tiempo haciéndome un reportaje que nadie va a leer”.
“También recuerdo la entrevista que le hice a Álvaro Mutis. Tenía una grabadora para conservar sus respuestas y dejar un espacio para su discurso. Hice lo primero y luego la puse en el lugar en donde Mutis iba a hablar para agradecer el reconocimiento que le hacía la Universidad del Tolima para esa ocasión. Pero la olvidé (la grabadora) por irme a pedirle una firma de un libro suyo. Cuando volví, el aparato no estaba y perdí mi trabajo. Me tocó hacer uso de mi buena memoria y reconstruirla con lo que me acordaba”, contó.
Como estas, son miles de anécdotas y recuerdos los que tiene Camilo Pérez Salamanca, un hombre que encontró en la crónica el género para contar la Ibagué que muchos conocen, pero que no se detienen a buscar sus detalles.
Actualmente, Camilo pasa los días con Idaly, su esposa, compañera y cómplice. Quien lo ha inspirado a escribir versos desde hace 40 años que están juntos.
Ahora, debido a la discapacidad visual de Pérez Salamanca, es Idaly, quien en varios cuadernos transcribe sus relatos e ideas: “Algunas noches se despierta a las 3:00 de la mañana y cuando quiere escribir estamos despiertos hasta las 6:00 de la mañana. Otras veces sigue durmiendo, y al día siguiente me dice lo que había memorizado”, relató Idaly.
A pesar de su situación de salud, Camilo no paró nunca de escribir, incluso en su página de Facebook acostumbraba a publicar sus artículos. Y aunque ahora no ejerció al final el periodismo, definitivamente fue, es y seguirá siendo un referente para este oficio que Gabriel García Márquez denominó “el más bello del mundo”.