El peluquero tolimense al que un accidente le cambió la vida
12 de enero de 2025

El peluquero tolimense al que un accidente le cambió la vida

Fernando Torres es un reconocido peluquero que ha demostrado que el corazón y la fe sobrepasa cualquier dificultad.

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Escrito por: Paula Sofia Nunez Beltran
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En la vida de Fernando Torres hay una palabra que la define: corazón. Él es un hombre que ha dedicado la mayor parte de su vida a la peluquería y ha demostrado que ninguna condición sobrepasa el deseo de salir adelante.

A sus 13 años, Fernando encontró su profesión y amor: la peluquería. Su pasión era tan grande que ni los pequeños enojos de su hermana por cortarle el cabello a sus muñecas, lo detenían.

«A nivel profesional comencé a los veinte años. Yo viajaba y trabajaba por todo Colombia y Suramérica en colegios y universidades como vendedor de material didáctico, pero siempre cargaba dentro de mi maletín las tijeras, una capa y una peinilla», aseguró.

Sin embargo, una de las primeras personas a las que pudo cortarle el cabello fue su mamá. De allí, decidió especializarse y asistir a una academia en la Plaza Bolívar para aprender más sobre la disciplina.

Después de hacer una prueba y empezar a tener clientes fieles, montó su peluquería llamada: Fernando Torres Peluquería en Tejares de la Pola. Allí trabajó por 16 años en la compañía de su hermana, quien antes trabaja en un almacén de ropa, y su hermano, quien era policía.

«Hoy en día mi hermano y mi hermana Sandra son maquilladores, coloristas y peluqueros en Bogotá. Después, mi esposa, Esther Mosquera, también ingresó al negocio junto a mi hijo Jonathan, que ya tiene su propia peluquería en la capital«, aseguró.

Su talento no solo lo llevó a crear su propia empresa, sino que también pudo compartir su arte con grandes personajes de la farándula colombiana como Carolina Cruz.

«A Danilo Santos le corté el cabello a uno de los presentadores de City TV, a Cristina Geithner también la peiné una vez y a Carolina Cruz la cepillé y maquillé. Ahí fue donde me di cuenta de que uno tiene que tener el arte de la peluquería dentro de su corazón«, explicó.

Para él, más allá de ser una empresa, es un emprendimiento de vida, donde ha tenido que dejar el corazón y apostar todo por hacer lo que le gusta.

Un giro de 180 grados

Para Fernando, todo cambió hace siete meses, en un viernes 17 de mayo en la noche cuando iba camino a la iglesia en su moto Suzuki. Salió de su peluquería informando a un empleado que ya volvía.

Lo que parecía ser un día normal, tuvo un giro de 180° al salir de la iglesia e ir en carretera, cuando en un abrir y cerrar de ojos vio como un choque dejó a su moto por encima de sus piernas, sosteniéndola con el pie derecho y con la pierna izquierda.

«Estaba sosteniendo la cabrilla, doblé y mi pierna se me dobló. No se me partió ningún hueso de la pierna. Lo único que escuché fue que dos personas volaron por encima de mí. El impacto era tan tremendo que yo solo gritaba que me quitaran la moto de encima», comentó.

A penas ocurrió el accidente, las personas lo ayudaron y lo llevaron a Asotrauma, donde comenzó su calvario. No lo atendieron inmediatamente, convirtiéndose en una negligencia médica, porque la lesión era grave pues se le reventaron las arterias, los tendones y los músculos internamente.

«El doctor me dijo: ‘mi hermano, ¿la pierna o su vida?’ y yo le dije que me la quitara. Así que me amputaron, por lo que fue muy duro, pero por la gracia de Dios hoy estoy vivo. Estoy muy agradecido con mis clientes, porque me enviaron unos dineros y fueron muy solidarios», afirmó.

Sin embargo, el hecho de no tener su pierna no fue impedimento para seguir haciendo lo que amaba, debido a que su principal motor es su pasión. Por ello, doce días después de llegar a su casa llamó a sus clientas para preguntarles si podía cortarles el pelo.

«Como pude me levanté, me ayudaron y me trajeron en silla de ruedas, la peluquería estaba llena. Todo el mundo estaba conmocionado. Las personas estaban felices de verme, algunos lloraban y otros me abrazaban«, dijo.

Él considera que en Ibagué hay muy poca cultura vial, tanto en los moteros como en las personas. Además de que no hay control policial. Por tanto, le pide a las autoridades que todas las noches y fines de semana haya retenes en la ciudad, para evitar accidentes.

«Esto realmente es algo que uno tiene que aprender a llevar en la vida, de que es algo que no nos tiene que frustrar. Al contrario, tenemos que ponerle más berraquera, ponerle más entusiasmo, trabajar y demostrarle uno a la gente y a sí mismo que uno todo lo puede«, concluyó.

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