El joven detrás del monumento a los caciques Calarcá y Dulima en el parque Caiké
Quien llega al nuevo Parque Caiké se topa de golpe con un monumento de poco menos de 15 metros de alto. Son dos personajes guerreros y míticos del pueblo Pijao, el cacique Calarcá y la cacique Dulima, que lucharon hasta la muerte por defender su territorio de la conquista española.
A primera vista es posible apreciar su complejidad y sencilla belleza, sublimizada por las piezas de oro que cuelgan como accesorios de sus cuerpos. Y las altas plumas de colores son sus coronas, símbolos de la belleza natural del Tolima.
Los creadores de esta obra, que trasmite el poderío de una cultura indígena que moldeó el folclor de la región, son el reconocido artista Edgar Varón Oviedo, y su hijo Daniel Varón, quienes invirtieron cerca de dos años en planear la imagen de los caciques, dentro de una complejidad arquitectónica que está a la altura de las vanguardias mundiales.
Daniel le contó a EL OLFATO que “mi padre ya venía trabajando en la obra desde el 2018. Yo estaba en España terminando mis estudios y él me propuso trabajar en conjunto. Y en el 2020 comenzó la elaboración de la escultura en acero, en un taller a las afueras de Ibagué”.
Después de cientos de bocetos y dibujos se llegó a la idea de plasmar las imponentes imágenes del cacique Calarcá y la cacique Dulima, en una postura que diera a entender el amor y el respeto que inspiran estos dos personajes hasta nuestros días.
Mientras la simbología de las formas y los colores fue idea del artista Edgar Varón, el complejo andamiaje que permitió ensamblar esta monumental obra fue producto del ingenio de Daniel, quien terminó sus estudios de arquitectura en España, mientras trabajaba en una agencia de arquitectura visitando castillos para sus mediciones.
Cuenta Daniel que “una vez tuvimos el boceto, lo pasamos a un modelo 3D en una computadora con toda la geometría y figuras de los personajes. Sabíamos que iba a ser de acero, que iba a ser tubular y que iba a contar con unos nodos donde encajaban los tubos y la forma de los cuerpos”.
Y añade que: “Luego el reto fue pasar de la virtualidad a la realidad. Llegamos al taller y entonces nos inventamos un sistema que nos permitió acomodar más de quinientas piezas al momento del ensamble en el Parque Caiké. Fue una maravilla cuando vimos el monumento terminado”, comentó Daniel, quien añadió que trabajar junto a su padre fue una experiencia enriquecedora.
Hoy, los visitantes del Parque Caiké pueden apreciar esta obra que no solo da la bienvenida a las 17 atracciones del complejo, levantado por Comfenalco Tolima, también es una muestra del valor histórico de una cultura en la cual la diversidad natural es la fuente de la resistencia y amor por la tierra.