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El amor en cada detalle: la emotiva crónica detrás de los creadores de ‘Casa Viva’

Roberto y Nancy se casaron hace 30 años y han construido una empresa con amor y dedicación. Aquí su historia y su vida empresarial.
Ibagué
Autor: Luis Eduardo González R.
Autor:
Luis Eduardo González R.
El amor en cada detalle: la emotiva crónica detrás de los creadores de ‘Casa Viva’

Lo que sería un artículo sobre la incursión de Casa Viva en el comercio electrónico y las redes sociales, terminó siendo la reconstrucción de una historia de amor entre Roberto Laserna y Nancy Carvajal, los fundadores de la afamada tienda de decoración que nació hace 27 años en la calle 38 con carrera Quinta.

En principio, la idea era contar cómo fue la transformación de Casa Viva, su explosivo y sostenido crecimiento en Instagram y la disparada de sus ventas nacionales. Por esa razón, la encargada de coordinar y atender la entrevista era Ángela María, la hija de la pareja, quien es la responsable del éxito digital de la empresa familiar.

Ella estudió psicología en la Universidad de Los Andes, pero, por cosas del destino, resultó sumergida en el mundo de las redes sociales y el comercio electrónico, por lo que viajó a Madrid, España, y cursó una maestría en Marketing y ventas.

Angela María propuso un café, en 33 Aves, un delicioso restaurante ubicado en el sector de Arkacentro (si no han ido, vayan, su carta es muy buena, sobre todo la hamburguesa). La verdad es que, además del café, hubo hamburguesa y un croissant de almendras.

Después de tres horas de diálogo, se acordó la entrevista dos días después, con Nancy y Roberto. El punto de encuentro fue una sala, en el segundo piso de la sede de Casa Viva. Ese día, los tres llegaron de amarillo, un color que tiene un significado especial, según escribió la periodista española Beatriz Benítez Burgada: “Es el color de la felicidad. Es el color del oro, por lo que se relaciona con algo valioso”.

Y esa definición concuerda muy bien con lo que pasaría después, cuando Roberto y Nancy se acomodaron sobre un sofá gris y contaron ese valioso testimonio que impactará seguramente a muchos emprendedores y a quienes sueñan con levantar empresas con el amor de sus vidas.

La entrevista formal dejó de serlo en cuestión de minutos. El plan periodístico de hacer unas preguntas directas para obtener respuestas con datos fríos se desbarató. Todo terminó siendo una conversación amena sobre cómo sobrellevar un matrimonio de 30 años, cómo mantenerlo en amor y en equilibrio, y cómo sortear las dificultades del día a día cuando se convive y se trabaja con la misma persona.

Habían trascurrido unos pocos segundos de la grabación cuando Roberto soltó una carcajada y le puso el tono a la entrevista. Nancy procuró siempre estar bien ‘puestecita’, como dicen las abuelas, y disfrutó cada apunte del repertorio de un hombre conversador, amable y dedicado, quien la conquistó con un piropo que ella no olvida: “Yo no sabía que la Virgen tenía hermanas”, le dijo el día que la vio en una calle de Ibagué.

Fue amor a primera vista. Él tenía 28 años y ella 21. “Ella trabajaba al lado de la oficina de un primo. En la 26 o 27 con Quinta. Eso fue rapidito, yo le eché los perros de una vez. Un piropito y de una vez”, recordó Roberto. “¡Pero qué piropito!”, contestó Nancy, en medio de risas.

Se hicieron novios y dos años después se casaron (1994). Intentaron vivir en Bogotá, pero al corto tiempo se trasladaron a Ibagué. Roberto trabajó en asuntos agrícolas e incursionó en la telecomunicaciones y la publicidad.

Luego nació Ángela María y Nancy quería tener algo qué hacer, mientras que su esposo se dedicaba a sus negocios. Fue ahí como, en una cena con amigos y familiares, surgió la idea de vender algunos objetos decorativos y papel de colgadura.

Él la apoyó en cada detalle y se hizo cargo de la adecuación del primer local de la calle 37 con carrera quinta, carril de descenso. Nancy se enamoró aún más de Roberto y del proyecto que apenas empezaba: Casa Viva (1996).

Dos años después de casados, en el mes de mayo, Roberto quiso sorprender a Nancy con un regalo del Día de la Madre que ella nunca olvidaría. Le obsequió un martillo fino, que le evitara maltratar sus dedos. Hoy, varios años después, ella sonríe, pero en ese momento no le gustó para nada la sorpresa.

“La pobre Nancy colgaba muchos angelitos, muchas virgencitas y muchas repisitas, todo era con puntillita de acero y un martillo que tenía la cabeza redonda. Entonces, obviamente ella mantenía las uñitas dañadas y los deditos machucados. Yo no soy el hijo de ella, sin embargo, en el Día de la Madre, como ya era madre, pues yo dije: le voy a regalar un martillito para que no se me machuque los deditos, entonces le di un martillo de Día de la Madre. Selló nuestro vínculo comercial. Ella aportó todo su conocimiento, su esfuerzo y su trabajo, y yo aporté el martillo”, narró Laserna.

Después de ese inolvidable episodio y ante las dificultades que enfrentaba el país en materia de seguridad, Roberto abandonó sus negocios personales, por el riesgo que había en las carreteras, y asumió la operación financiera de Casa Viva. Bueno, las finanzas y mucho más.

“Yo soy el chofer, el chofer de Nancy. Además de las 50.000 cositas: cocino, hago el mercado. -Cocina como los dioses y hace el mercado. A mí no me gusta hacer mercado: interpeló Nancy- (...) ¡Ahí va entendiendo por qué funciona el matrimonio!”, apuntó.

Nancy, visiblemente enamorada, resaltó que ha sido una mujer afortunada, que ambos han priorizado el buen diálogo, que concilian siempre y, lo más importante, reconoció la nobleza de su esposo. “Roberto tiene una cosa muy linda: es que para pelear se necesitan dos, y Roberto no pelea nunca. Ni conmigo ni con nadie”.

Pero además de no pelear, el buen humor del ‘motor’ de la familia Laserna Carvajal es otro de sus atributos. Sus amigos le dicen ‘el mal ejemplo Laserna’, porque sobresale como esposo y como padre.

“Hace unos años había una fila de amigas de Nancy esperando cuándo nos separábamos”, comentó Roberto, en medio de una sonora carcajada de la pareja y de su hija que escuchaba las ocurrencias de su padre detrás de cámaras.

Con la pandemia todo cambió

La vida de familia avanzaba entorno a la empresa, una empresa tradicional, visible para todos los que subimos y bajamos por la carrera Quinta, pero desconocida en Colombia y en el mundo.

Roberto, con su intuición y vocación de publicista, siempre vio que el futuro de las ventas estaba en las redes sociales. Sin ningún conocimiento montó una página en Facebook, pero a Nancy no le llamaban la atención las redes sociales ni mucho menos las cámaras. Y, para completar, Ángela María estaba en Bogotá estudiando piscología.

Pero en marzo de 2020 el mundo cambió por la pandemia del COVID-19 y de la crisis comercial que se pronosticaba surgió la transformación de Casa Viva.

Nancy pensaba que nadie se iba a interesar por decorar sus casas en medio de una emergencia sanitaria mundial. Sin embargo, todo resultó al revés.

A través de la naciente cuenta de Instagram, que tenía 4.132 seguidores, comenzaron a preguntar por los productos y a hacer pedidos.

Angela María les contó a sus padres del interés de los clientes y comenzó, sin planearlo, a sugerir más publicaciones sobre los artículos que tenían en las vitrinas.

El primer pedido que hicieron lo despacharon para Medellín. Fue un arreglo de orquídeas, recordó Nancy.

Ella no lo podía creer. En medio del encierro, muchos clientes les escribían en la madrugada, hacían los pedidos y ellos, al día siguiente, despachaban la mercancía.

La dicha y la motivación justificaban los desvelos. Aunque Roberto sabe que para ella tampoco fue un sacrificio.

“Como Nancy es adicta al trabajo. A mí me toca, todas las noches de la vida, todas la noches de estos 30 años, frenarla. Cuando estamos en la casa, a las 8:00, a las 9:00 de la noche, ella quiere seguir hablando de cosas del trabajo. Me toca decirle: no hablemos más de cosas del trabajo, paremos ya. Y ella me escucha, generalmente, y hasta ahí llega. Sin embargo, al ratico se le suelta otra cosita”, dijo Roberto, en un amoroso llamado de atención.

Y, en medio de una anécdota, ella terminó por darle la razón a su marido. “Al principio yo contestaba (mensajes de clientes) a las 2:00 de la mañana. Había gente que escribía y yo contestaba todo el tiempo, a toda hora. Bueno... sí soy de pronto un poquito adicta”, reconoció.

Ángela María dimensionó lo que estaba pasando y se dedicó a generar contenido de valor, a través de videos cortos, en los que ella y su mamá enseñan a decorar cada rincón de las casas de sus clientes.

Eso fue atrayendo público de todo el país y de países como México, Perú, República Dominicana y Estados Unidos.

“Muy bonito que siempre esté la relación de uno a uno, que nos manden la foto de la casa y de la cocina, pero un negocio tiene que ser escalable. Entonces, para que sea escalable: ¿qué vamos a hacer? Tenemos que hacer una tienda virtual, que se venda sola, que esté abierta las 24 horas”, contó Ángela María, quien, paralelamente, asesora a otras empresas en el manejo de sus redes sociales y comercio electrónico.

Nancy y Roberto piensan ya en su retirada y dejarán la empresa de sus amores en manos de Ángela María, quien planea abrir una tienda fuera de Ibagué, tal vez en Bogotá o Medellín.

Ellos se harán a un lado, seguramente para viajar por el mundo y disfrutar de su gran amor. Pero la lección que les dejan a sus amigos y conocidos es que la riqueza de su años de trabajo no se mide en extractos bancarios o balances financieros, ni con bienes o propiedades. Tampoco con los más de 238 mil seguidores que tienen en Instagram.

La fortuna de Nancy y Roberto está en el amor, la permanencia, la dedicación y el cuidado mutuo. Porque al final eso es lo que cuenta. Ni los billetes se besan ni las paredes se abrazan.

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