
Madre con capacidad visual diferencial retomó sus estudios a los 52 años
Conozca la historia de Sonia Cavanzo, una mujer que, pese a las dificultades que enfrentó, logró terminar sus estudios y sacar adelante a sus hijos.

Escrito por: Natalia Reyes
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Sonia Cavanzo no solo es socióloga, madre de tres hijos y estudiante de especialización en Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas. Es, sobre todo, una mujer soñadora, una mujer que no se rinde.
A sus 52 años, su vida ha estado marcada por la resiliencia, la perseverancia y una profunda convicción por hacer valer los derechos de las mujeres, especialmente aquellas con capacidades funcionales diversas.
“Esa es una de mis facetas, pero Sonia es una mujer soñadora que también quiere hacer valer los derechos de las personas, sobre todo de las mujeres con capacidades funcionales diversas y que no se resisten ante nada y enfrentan cada adversidad que se les presente”, expresó.
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Su historia no ha sido fácil. A finales de los años 90 quedó embarazada de su primer hijo y, según relató, vivió en un entorno marcado por el machismo, lo que la llevó a poner las necesidades de su familia por encima de las suyas.
“Era esa mamá y esposa ejemplar, sumisa, que siempre debía estar ahí. Eso fue todo un reto porque en esa época existía mucho el machismo. Ya más o menos cuando mi hijo tenía cinco años, me diagnosticaron ceguera legal, un término un poco legalista a mi concepto y poco humano”, señaló.
Y agregó: “En ese sentido me deshumanicé un poco, no me puse en primer lugar, sino que seguía poniendo en primer lugar a mi esposo, a mis hijos. Esto me ocasionó una crisis emocional muy fuerte que tampoco pude manifestar en ese entonces, porque prioricé que me vieran perfecta, que me vieran como ellos querían verme. Lo normalicé durante muchos años, me sentía bien haciéndolos sentir bien a ellos”.
Durante la pandemia, y en medio de un proceso de divorcio, Cavanzo decidió retomar sus estudios. Lo que empezó como un impulso se convirtió en un proyecto de vida.
“Lo que me motiva inicialmente es continuar con mis estudios, ese sueño que siempre tuve y que dejé a un lado por mi condición de salud y también por el hecho de convertirme en mamá. Me motivó que estaban hablando mucho de inclusión en las redes sociales, en noticias. Además, estaba en medio de mi divorcio. Eso hizo que me lanzara a cumplir mis sueños”, indicó.
Sin embargo, el camino no ha estado libre de obstáculos. Sonia se enfrentó a numerosas barreras, principalmente en el ámbito educativo.
“Han sido muchas las barreras y yo las describo en dos palabras: inclusión excluyente. Incluyen, pero sin incluir. Ingresé a una universidad supuestamente inclusiva, pero las plataformas no son accesibles, los formularios de inscripción no son accesibles, el acompañamiento no es el indicado”, explicó.
Asimismo, consideró que el cambio debe ser profundo, abarcando tanto a las instituciones como a la sociedad en general. Para ella, incluir no es solo dar ingreso, sino conocer y entender las necesidades individuales.
“En las instituciones dicen que incluir es que dar ingreso, pero ni siquiera dan acceso. Piensan que sí lo hacen porque conocen una condición de discapacidad, pero no conocen a la persona como tal, a la mujer en su maternidad, lo que una mujer siendo madre tiene que pasar. No solamente las instituciones, sino la sociedad debe comprender qué es lo que realmente es un trato diferencial y qué es la inclusión. Tergiversan mucho ese término, no lo saben utilizar, no lo saben incluir”, señaló.
Su experiencia como madre con una condición visual diferencial ha sido un proceso de superación constante. “Siempre dije: ¿cómo voy a criar a mis hijos?, ¿cómo los voy a educar?, ¿cómo los voy a acompañar emocionalmente en mi condición? Era muy difícil hacerlo, pero me llené de fuerzas y lo hice. Me propuse a mí misma ser la mejor, negarme a mí misma para darles todo a ellos. No fue fácil para mí, pero sí lo di todo”, aseveró.
A pesar de todo, ella persistió. Aprendió a usar un computador con la ayuda de sus hijos. “Me dieron muchas crisis emocionales, depresiones. Tuve que decir: aquí debe empezar otra Sonia, otra mujer, debe ser resiliente y salir adelante. Mis hijos me apoyaron mucho, ya estudiando en la universidad, me decían: "mami, ¿quieres estudiar? Ven, hacemos esto". Siempre me empujaron a que estudiara, me motivaban. Al verme tan ilusionada empezaron a involucrarse”, relató.
Pronto Cavanzo se graduará, y lo hará acompañada de sus hijos, quienes asistirán a la ceremonia con el mismo orgullo que ella siente por haber cumplido su sueño. “Nosotras como madres nos limitamos por nuestros hijos, pero ellos también agradecen cuando ven que luchamos por nuestros sueños”, afirmó.
La historia de Sonia Cavanzo es un poderoso mensaje de fuerza, dedicación y resiliencia. Una mujer que, ante la adversidad, eligió luchar por sus sueños, demostrando que las barreras impuestas pueden ser derribadas con determinación y el apoyo incondicional de sus seres queridos.
“Nunca es tarde para empezar. No hay barreras, no hay límites. Antes de ser madres, somos mujeres, y mujeres capaces. Es importante tenerlo presente”, concluyó.