
La inspiradora historia de una madre que pasó de las calles a las aulas
Soleidy Jaramillo es una mujer que vio en la educación una manera de salir adelante.

Escrito por: Paula Núñez
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Detrás de su título de docente de tiempo completo se esconde una historia de lucha, fe y valentía. Soleidy Jaramillo es una mujer que demuestra que el deseo de salir adelante, superarse y dar todo de sí misma puede transformar la vida.
Esta es la historia de una madre que vivió en las calles, sufrió de mucha escasez, pero ahora es docente universitaria y comparte su inspiradora vida.
Su vida cambió radicalmente a los 11 años, cuando vivía en Sevilla, Valle del Cauca, y su madre murió por un cáncer. La muerte marcó no solo el final de su infancia, sino la ruptura definitiva de su hogar.
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“La muerte de mi mamá hizo que el hogar se desintegrara, mi papá se casó muy pronto con otra señora que era muy distinta a mi mamá y por esa razón yo no quise vivir con ellos porque llegaron muchas diferencias”, contó.
Desde que tomó la decisión de dejar la casa de sus padres, su vida fue una cadena de traslados de casa en casa, pasaba de tía en tía y de techo en techo. Sin embargo, sus oportunidades de vivir con su familia se fueron reduciendo por diferencias en convivencia, hasta que terminó viviendo, prácticamente, en las calles de Tuluá.
Sobrevivir en la calle fue su nueva realidad. No había lugar para la niñez ni para los sueños. Solo para el miedo y la subsistencia. Desde los 12 años empezó a trabajar en restaurantes, y lo poco que ganaba lo usaba para pagar una habitación o para comer.
“Para ese tiempo yo no tenía ningún sueño, ningún ideal de vida. Lo único que tú te propones es poder sobrevivir un día más. Viví muchas cosas difíciles, vi muchas cosas que a la edad de 12 años nadie debería ver: personas con sobredosis, personas en estado de vulnerabilidad”, recordó.
A pesar del entorno y las necesidades, Soleidy trazó un límite que nunca cruzó. Ella decidió nunca consumir drogas o prostituirse como si vio en muchas niñas de su edad que estaban en la misma condición.
“A quien debo reconocerle todo lo que hoy puedo tener es al señor Jesús, porque él fue el que me guardó durante todo ese tiempo”, dijo.
A los 16 años, se aferró a una oportunidad que le devolvía la esperanza. Uno de sus tíos vivía en Ibagué y con el compromiso de portarse juiciosa, le pidió que le permitiera vivir con él. De esa manera, cambió de ciudad. En la capital tolimense encontró una familia que la acogió, pero también nuevas normas que contrastaban con la libertad de la calle.
“Había unas condiciones muy difíciles para vivir con ellos en términos de reglas que para mí eran difíciles porque ya me había acostumbrado a una vida en la calle. Empecé a trabajar en panaderías, casas de familia y siempre con la idea de retomar los estudios”, relató.
Estudiar era su anhelo. A pesar de haber quedado en noveno grado cuando murió su madre, su buen desempeño académico le permitió validar el bachillerato rápidamente. Pero la universidad parecía un sueño lejano por el costo.
Para ella, todo cambió cuando conoció a su esposo y llegó una nueva etapa: estabilidad, amor y la posibilidad de estudiar. Por su esfuerzo, pudo hacer sus estudios de pregrado becada, así como su especialización y maestría con todo pago en la Universidad del Tolima.
“Siempre sentía que iba muy tarde, entonces aproveché para matricular materias de primer semestre entre semana y los fines de semana segundo o tercer semestre. Así pude graduarme a los tres años de empezar mi carrera universitaria”, añadió.
El camino no fue fácil. A los 20 años enfrentó un embarazo de alto riesgo. Pero lejos de rendirse, continuó sus estudios con aún más determinación. Se presentó con su recién nacida en brazos para sustentar su trabajo de grado un día después de haberla tenido por cesárea.
A los seis meses terminó su especialización, y con su título en mano, se presentó en la Universidad Minuto de Dios. La institución la recibió con brazos abiertos y, desde el 2022, ha participado en eventos y actividades académicas.
Actualmente, su hija tiene 14 años y representa la recompensa de tantos años de esfuerzo. Ella ha aprendido del buen ejemplo de su mamá y ha seguido el consejo de que estudiar y superarse es necesario en la vida de las mujeres para poder ser independientes, crecer y tomar sabias decisiones.
“Es una niña muy prudente, inteligente, con buenos principios, que ha sido educada bajo el ejemplo. Si hay algo que las mamás tenemos que hacer es brindar ejemplo a nuestros hijos de hacer las cosas correctamente”, dijo.
Hoy quiere servir de inspiración, no solamente para estudiantes sino también para el resto de la comunidad universitaria. Su deseo es dejar un mensaje claro para las mujeres que como ella alguna vez sintieron que no tenían futuro.
“Creo que es posible guardar un equilibrio entre ambas cosas en la medida que uno sea capaz de trabajar, estar con su hijo al mismo tiempo y al mismo tiempo estudiando”, comentó.
Finalmente, resaltó que las oportunidades que ofrece el modelo educativo de Uniminuto permiten adaptarse a distintas realidades, con opciones para estudiar de forma virtual, en jornada nocturna, los fines de semana o durante el día.
“La invitación puntual es a que luchen por esos ideales, que no posterguen más, más allá del tiempo, la posibilidad de estudiar y de ser profesionales”, concluyó.