La imborrable huella que dejó Alejandro Ortiz: "era un niño lleno de sueños"
Dicen que en el corazón nunca se muere quien se amó de verdad. Y esa, tal cual, es la imborrable huella que dejó Alejandro Ortiz, un joven de 16 años, quien falleció en medio de un grave accidente de tránsito en Ibagué.
Entre lágrimas, su familia, conformada por su mamá, su papá, sus dos hermanos y sus abuelos, recordaron los momentos memorables junto a él.
"Era un niño muy alegre, muy carismático. Era un niño de sonrisa linda. Le gustaba mucho divertirse, su pasión era el fútbol en la escuela Jaguares, de aquí del sur de Ibagué", contó su papá, Pedro Suárez.
Él era su consentido, pues siempre estuvo pendiente de todo lo que necesitara, e incluso, en algunos momentos, se convertía en su escolta personal.
"Era mi hijo mayor, mi consentido, mi escolta cuando lo necesitaba, lo invitaba para que me cuidara. Estaba pendiente de él y, pese a que mucho lo cuidaba, en segundos la vida se desaparece", lamentó.
Su mamá, Andrea Ortiz, habló sobre la nobleza y las ganas de salir adelante de su hijo, ya que recientemente se había graduado como barbero profesional.
"Era un niño muy noble. Hace mes y medio tuve la dicha de acompañarlo al grado de barbero profesional, y hace unos días tuve el honor de recibir su cartón como bachiller académico", dijo.
Y agregó: "quizás luchamos mucho para eso. Alistamos todo para su grado, pero desafortunadamente las cosas de mi Dios son así y es su voluntad, no puedo hacer nada".
La infancia de "Alejo", como muchos lo conocen, fue la de un niño feliz. Compartió gratos momentos junto a sus hermanos Johann y Andrés, quienes también le rindieron un emotivo homenaje.
"Recuerdo momentos con él cuando a mí me daba miedo dormir solo, y él siempre estaba ahí para mí. Siempre me decía que durmiéramos los dos y siempre nos abrazábamos", narró Johann.
"Yo hacía de todo con mi niño. Cómo olvidar tantas cosas que vivimos. Era un niño indefenso, lleno de vida, sin malas intenciones, nunca se involucró en nada malo", añadió su hermano mayor, Andrés.
Pese a su corta edad, sus abuelos lo recuerdan como un niño serio, caballero y respetuoso.
"Él era un señor, muy serio y muy bien puestecito. Le gustaba mi arroz con pollo, arroz paisa. Le fascinaba vestirse bien, mantener íntegro, era impecable (...) Era muy respetuoso", Melba Granados, abuela de Alejandro.
A 'Monchito', como le llamaba su abuelo, Emilio Arteaga, lo recordó con gracia y destacó su sentido de responsabilidad.
"Me decía: no tengo platica para esto o esto, y yo le decía: tómela, pero él me la devolvía después (...) Ahora último que comenzó a trabajar y me mandó 20.000 pesitos", mencionó.
Alejandro Ortiz tuvo la oportunidad de viajar a Estados Unidos en compañía de su familia. Allí, disfrutó de conocer diferentes lugares y de sumar anécdotas que quedarán en la memoria de sus seres queridos para siempre.
Una de sus pasiones, como lo dijo su papá, era el fútbol. De hecho, era, como buen tolimense, fanático del Deportes Tolima.
"Me duele mucho que se me vaya. Lo voy a extrañar demasiado nunca lo voy a olvidar, siempre lo voy a llevar en mi corazón", concluyó Johann.
Su familia intenta entender las causas del terrible accidente que cobró la vida de Alejandro, mientras que las autoridades trabajan en esclarecer el hecho.