La historia de una mujer que vivió por más de 20 años entre la basura en El Líbano
Entre botellas de plástico, bolsas de lona, colchones viejos y sucios, cajas de icopor y latas de refresco ha vivido una mujer por más de 20 años en El Líbano.
A sus 58 años ‘Fabiolita’, como es conocida por la comunidad, habita en una pequeña casita en medio de dos jardines en el corregimiento de Convenio.
Ha sido habitante de la calle durante mucho tiempo. Al parecer, a causa de la apatía e intolerancia por parte de su familia, ya que, según un residente del municipio, ninguno de ellos se ha hecho cargo de la mujer.
“Supuestamente, un hermano suyo la sacó de su casa y ella empezó a andar en la calle. Primero estaba viviendo en El Líbano y se venía caminando para Convenio”, narró un miembro de la Policía.
A partir de entonces, comenzó a recorrer las calles como un alma en pena. Se quedaba dormida en los andenes y vivía de la caridad y la compasión de las personas.
“Ella vivía en el piso, arrumadita. Un comandante que estuvo aquí en Convenio hizo la gestión y le construyeron la casita para que no estuviera a la intemperie”, dijo.
Fue así como consiguió un refugio donde resguardarse en las noches frías. Su soledad empezó a acompañarla con una gran acumulación de basura.
Una de las montañas de desechos se convirtió en su cama, su baño, su sala y su comedor, ya que la casa solo consta de un pequeño espacio en el que no hay ni siquiera una cocina y mucho menos un lugar adecuado para dormir.
Sin embargo, ante la constante preocupación de la comunidad por ver la situación de acumulación y suciedad extrema en la que se encontraba ‘Fabiolita’, decidieron pedir ayuda a la Subestación de Policía de Convenio para limpiar su casita, darle comida y un buen baño.
Para esta labor colaboraron cuatro personas junto con miembros de la Policía. Asimismo, el sector comercio aportó para la compra de un colchón, cobijas y ropa.
En cuanto a la limpieza lograron reunir 12 lonas de basura entre residuos de comida, desechables, tres colchones, botellas, cajas, entre otras cosas.
Seguidamente, los voluntarios le hicieron aseo general a la habitación. Algunos de ellos manifestaron que tal era el mal olor del lugar que al entrar sintieron náuseas y mareo.
Durante este proceso, dos mujeres se encargaron de bañar y dar de comer a Fabiola para que regresara a su hogar, pero esta vez viviendo en mejores condiciones.
Lamentablemente, como el caso de esta mujer hay miles de adultos mayores pasando por situaciones de abandono y pobreza extrema. Vivimos en un mundo en el que la empatía debe ser la lucha contra la desigualdad.