Deyanid Pava: el rostro de una mujer guerrera que ni el cáncer logró vencer
En la historia del mundo siempre ha habido mujeres que, aunque no se han hecho visibles, han logrado transformar muchos ámbitos con sus actos. Y no hablo de princesas ni de cuentos de hadas, sino de todas aquellas que se levantan día a día para ponerse el traje de guerreras y salir a mejorar su vida y la de los demás.
Una de ellas es Deyanid Pava, quien además de ser la presidenta y una de las fundadoras de la Liga Contra el Cáncer capítulo El Espinal, ha sido la inspiración de muchas personas con sus experiencias, fortaleza y su forma de amar el vivir.
Su historia
Nació el 26 de junio del 1959 en Girardot (Cundinamarca). Aunque allí transcurrió un poco de su infancia, desde muy pequeña sus padres la llevaron a vivir al municipio de El Espinal, por lo cual sus mejores y más gratos recuerdos empezaron en tierras tolimenses.
“Tuve una infancia muy feliz al lado de mis padres y cuatro hermanos. De niños íbamos mucho al campo a jugar con los primos y a ‘paseos de olla’. Disfrutábamos mucho estando pequeños en la finca de un tío”, contó.
De su madre y su padre siempre recibió la mejor enseñanza, “nos sembraron a mis hermanos y a mí los valores más importantes para la vida”.
A pesar de que el ambiente en el que creció era bastante machista, la mujer que le dio la vida también le dio el ejemplo para ser una mujer independiente y con la misma educación que a sus hermanos.
“Yo fui muy rebelde a todo eso que aprendí del hombre. Siempre me he sentí muy orgullosa de ser mujer. De niña tuve un autoestima muy baja, pero poco a poco fui aprendiendo a amarme y a respetarme”, señaló.
Fue así como Deyanid empezó su camino para ser la admirable mujer quien es hoy en día: una líder incansable y una guerrera intachable.
“La solidaridad la aprendí desde la casa, porque yo veía que mi madre ayudaba mucho a su familia necesitada y también a otras personas. Entonces yo crecí viéndola a ella llevar mercados, visitando enfermos y pienso que eso me impregnó para seguir ese ejemplo”, narró.
Un tropiezo fue un nuevo comienzo
Aunque nunca supo cómo fue que sucedió, llegó a su vida algo que la hizo sacudirse y quedarse estática observando cada uno de sus pasos con mucho detenimiento. Así, en silencio, llegó el cáncer de mama/seno.
“Yo soy muy cuidadosa con mi salud. Y en el tiempo que tenía que hacerme un chequeo fui para hacerme una mamografía y de ahí me mandaron a hacerme unos estudios especializados. Cuando llegaron los estudios me enteré de mi cáncer estando en la habitación con el portátil en las manos”, indicó.
Un frío recorrió su cuerpo de pies a cabeza, las manos le temblaban y su mente estaba en pausa. “Fue como recibir un baldado de agua fría, no lo podía creer, no sabía qué había pasado”.
“En ese momento llegó mi esposo y le pedí que leyera el resultado. Y cuando lo leyó nos abrazamos llorando”, dijo.
No obstante, ese llanto no le duró ni dos minutos, porque su fuerza interior, aunque con miedo, le dijo: “¿esto qué es? Yo voy para adelante. Este cáncer no me va a vencer y no va a poder conmigo. Solo lloraré de alegría”.
Su familia siempre fue un apoyo fundamental para cada momento, sobre todo para afrontar uno como este en el que la fortaleza propia requiere de la de los seres queridos.
“Al inicio no les quise contar a mis hijas porque quería estar preparada yo misma primero. Cuando les conté se hacían ver fuertes y me daban alientos, pero igual se les notaba la preocupación y eran muy atentas conmigo”, señaló.
Asimismo, otra odisea más vivió al decirle a su madre, ya que después de guardar silencio durante un tiempo, ella notó su ausencia en los días en los que tuvo que irse a hacer los tratamientos en Bogotá.
“Cuando fui a verla ella estaba muy brava conmigo, entonces le tuve que explicar, le dije: mamita yo no he venido porque fui diagnosticada con cáncer. Ella puso una carita de preocupación que se quedó muy grabada en mi mente. Yo traté de explicarle que ya estaba en tratamiento y que todo iba a mejorar”, afirmó.
Y sí, efectivamente lo hizo, y en ese proceso aprendió una gran lección: “me quedó amar la vida. Yo ahora no me complico porque antes era perfeccionista y las cosas tenían que ser perfectas. Me relajé y soy más tranquila y más amante de Dios”.
Así pues, comenzó a disfrutar todo aquello que a muchos no parece importarles: los días soleados y los de lluvia, el sonido de la naturaleza y el viento fresco y ligero golpeando en su cuerpo.
Liga Contra el Cáncer Capítulo El Espinal
Con el amor por ayudar que siempre los ha caracterizado a ella y a su esposo decidieron juntar esfuerzos y formar la Liga.
“Mi esposo es sobreviviente del cáncer de próstata. Y en una propuesta de él como concejal dijo de crear la Liga Contra el Cáncer”, comentó.
Bajo la experiencia de ambos y el apoyo de otras personas más, en el 2013 pusieron en marcha este proyecto para orientar a las personas que son diagnosticadas con esta patología.
“Empezamos a organizarla para que quedara constituida legal y jurídicamente. Ya llevábamos dos años cuando a mi se me diagnosticó y eso hizo que me comprometiera aún más, porque realmente una de las cosas que yo le ofrecí a mi Dios que si me daba una segunda oportunidad seguiría trabajando con mayor ahínco en todo lo referente a las personas con cáncer”, puntualizó.
Y tal y como se lo prometió a Dios, ha trabajado junto con toda la Liga desde hace casi ocho años para dar orientación y educación a las personas que se acercan a ella.
“En este momento tenemos 20 pacientes. A ellos les damos una ayuda integral no solo la orientación, el servicio jurídico, psicológico y religioso, sino también les ayudamos con mercados, dinero para desplazamientos, tratamientos y controles”, explicó.
Cada reconocimiento que ha ganado Deyanid Pava a raíz de esta labor “también ha sido mérito de todos los integrantes de la Liga Contra el Cáncer capítulo El Espinal”.
Sus mensajes de amor, empoderamiento y valentía se los transmite a sus hijas Adriana y María Francisca, quienes también han aprendido de sus padres a ser solidarias, empáticas y apasionadas por cada cosa que hacen en sus vidas.
Como esta guerrera hay miles de personas luchando a diario contra esta patología, por ello su llamado a estas es a que “no se den por vencidas. Siempre tengan la mejor actitud porque realmente se puede salir adelante. La ciencia ha avanzado tanto que tener cáncer no significa que vayamos a morir”, concluyó.