Con su negocio de mangos, madre sacó adelante a ingeniera de Los Andes
Esta es la historia de Estela Cruz que, como muchas madres en Colombia, tuvo que ser papá y mamá al mismo tiempo, para poder darle una buena crianza a su hija.
Ella es una tolimense que creció en el Cañón de Combeima, pero por cuestiones de querer un futuro mejor y pensar que lo encontraría en la capital de Colombia, se fue a vivir a Bogotá a sus 24 años.
"Duré 15 años en Bogotá. Allí empecé trabajando con el mango hasta que regresé nuevamente a Ibagué y trabajé por todo la ciudad y me ubiqué en el sector de la Institución Educativa Liceo Nacional", relató Estela.
Desde su trabajo, ha visto pasar a más de una década de generaciones de estudiantes del Liceo Nacional.
Su jornada laboral inicia a las 10:00 de la mañana y termina a las 7:00 de la noche, mientras recibe a los estudiantes y peatones con una sonrisa y les vende mango biche, guayaba y obleas.
El inicio en la venta ambulante comenzó en Bogotá, cuando se quedó sin empleo durante cuatro meses y las responsabilidades con su hija la motivaron a empezar a vender obleas en las calles de la ciudad.
"Yo trabajé en la formalidad. Fui vendedora en tiendas y trabajé en fábricas. Pero, después de cuatro meses sin trabajo, mis obligaciones hicieron que comenzara con la venta ambulante", explicó.
Con sus ganancias pudo proveerle a su hija y su mamá, quienes eran su familia hasta que la última murió hace cuatro años, una vivienda, alimentación y educación de calidad.
"A mí me tocó ser mamá y papá. Fue una etapa difícil, pero gracias a Dios lo logramos. Mi hija fue muy juiciosa, le tocó crecer muy solita porque yo trabajaba de domingo a domingo", comentó.
Mientras su mamá trabajaba, María Fernanda Florián, hija de Estela, estudiaba con mucha disciplina, llegando ser beneficiaría del Programa 'Ser pilo paga'.
"Mi hija ya es profesional. Ella fue una de las beneficiadas en para estudiar becada en la Universidad de los Andes. Hoy en día es ingeniera electrónica y está ejerciendo su carrera, mayoritariamente en Bogotá", aseguró.
Con el orgullo e inspiración de aquellas cosas que su hija logró en su vida profesional, Estela sigue soñando con cumplir nuevos objetivos laborales.
"De aquí a cinco años deseo dejar de trabajar en la calle. Me gustaría colocar un negocio de frutería en la ciudad", concluyó Estela.