'Boroyá': el emprendimiento de un abogado que genera empleo a 16 familias en medio de la pandemia
Lo que empezó como una salida ante las adversidades ocasionadas por el COVID-19, se convirtió en una exitosa microempresa de Ibagué, que da el sustento diario para 16 familias de la ciudad.
Se trata de ‘Boroyá’, un emprendimiento de venta de jugo de borojó que “nace como casi todos los negocios nacen: de la necesidad. La necesidad de llegar a emprender un nuevo camino”, contó Heldor Yara, creador de la iniciativa.
Yara es un hombre de 30 años quien dedicó parte de su vida a ser vendedor informal, y por medio de “las ventas de calle”, como las llama él, logró financiar toda su carrera universitaria como abogado.
“Fui vendedor ambulante por casi 15 años. Y estos callos que tengo en las manos han demostrado que todo este tiempo lo que he hecho es eso: vender en la calle”, expresó con orgullo.
A partir de allí, aprovechó para sacar provecho de su experiencia y conocimiento en este ámbito, y “entonces nació la idea de formar una microempresa que generara empleo, porque cuando yo trabajaba en la calle la gente me decía: ¿No sabe de algún empleo? Póngame a vender algo”.
Pero en ese momento, el abogado no contaba con la capacidad suficiente para contratar colaboradores que trabajaran junto a él.
Luego de graduarse, dejó su vida como vendedor informal y empezó a trabajar en un bufet de abogados en el cual, afortunadamente, todo marchaba bien. Paralelamente, con la misma suerte corría su novia, quien se encontraba trabajando en una entidad pública.
La luz en medio del túnel
Sin embargo, cuando creían estar en su mejor momento, llegó el COVID-19 y “mi novia se quedó sin empleo y yo prácticamente también, porque a causa de la pandemia cerraron los juzgados, la Fiscalía y la Procuraduría, entonces me cerraron mi fuente de acción”.
Allí empezó su preocupación, pero en medio de esta tormenta su salvavidas fueron sus ganas de emprender y el espíritu ahorrativo.
“Yo tenía unos ahorros y vi la idea. Sin embargo, no quería salir como la típica carretilla, quería algo más novedoso”, dijo.
Los carros están hechos a base de fibra de vidrio alemana, con pintura neopreno (utilizada para carros), “también tiene una fuente de energía que es una planta 950, que va conectada directamente en la licuadora y adentro tiene una cava para conservar el frío”.
Con 12 carritos inició ‘Boroyá’, cuyo nombre se dio porque, según Yara, ya preparar los jugos es algo muy automático e instantáneo.
En la actualidad, cuentan con 16 de ellos, y también con una máquina industrial despulpadora que evita el desperdicio de la fruta y la utilización de conservantes.
Cada 15 días les traen desde el Valle del Cauca un promedio de 200 kilos de borojó, “y eso es muchísimo porque es una fruta muy pesada, y esos kilos se gastan en 15 días porque tenemos los puntos en la ciudad, pero también vendemos la pulpa con o sin semilla en el local”.
“Aunque han pasado solamente seis meses nos cambió la vida por completo porque primero: tenemos una responsabilidad social con 16 familias que viven del día, por esa razón intentamos trabajar los siete días de la semana y los 30 o 31 días del mes”, explicó.
Asimismo, manifestó que “no hay nada más bonito que generar empleo. Eso da la satisfacción de saber que uno contribuye a la economía de esta ciudad que es una de las más desempleadas”.
En este sentido, también ayudan a sus colaboradores a través de distintas estrategias, entendiendo que, como todos, ellos tienen necesidades y aún más después de la crisis económica mundial que ha dejado el virus.
La buena intención de la joven pareja se ve reflejada en el éxito de su marca, por ello planean otra estrategia con un nuevo producto y así poder seguir generando empleo en la ciudad.