Según el destacado académico Julián de Zubiría solo el 10% de colombianos pertenecientes al estrato 1, logra llegar a la universidad. Ello sin contar con las dificultades normales con las que se encuentran, y las pocas probabilidades que existen alrededor de esos jóvenes para terminar con normalidad una carrera: falta de dinero, de herramientas, e incluso del sustento diario.
Justamente por estos días de escasez de recursos, la falta de oportunidades laborales, y la incertidumbre que nos ha generado la pandemia; el rol de la universidad pública en Colombia debe ser preponderante, no solo en la lucha contra el virus a través de sus laboratorios e investigadores, sino en las garantías de acceso, la ampliación de cobertura, y la generación de medidas de bienestar que permitan combatir la deserción y hacerle frente a los retos de la virtualidad y la educación mediada por las TIC.
Como rector de la única universidad pública de los tolimenses, pero también como profesor y padre de familia, tengo claro que no hay nada más importante que el acceso a la educación, especialmente de los que menos tienen, y a ello debemos apuntar todos nuestros esfuerzos.
Por esto, desde la Universidad del Tolima además de las gestiones con aliados estratégicos para la entrega de ayudas alimentarias, elaboramos un plan de bienestar y permanencia estudiantil, para llevar hasta las casas de nuestros estudiantes más necesitados, 1600 paquetes de conectividad y más de 730 tabletas que garantizaron que ninguno de ellos se quedara sin ver sus clases.
Con el aval del Consejo Superior, a finales del mes pasado logramos aprobar la gratuidad total para las inscripciones de todos los programas académicos para el Semestre B-2020, agregándole a esa importante decisión, unos descuentos de hasta el 30% en el costo de matrículas para pregrado y posgrado de ambas modalidades, generando ello un aumento considerable en el número de aspirantes, que, a fecha de hoy, supera los 12 mil inscritos, y de lejos sobrepasa el récord en toda la historia de la Universidad del Tolima.
Son casi 5000 mil millones de pesos de recursos propios de nuestra institución, los que han apalancado dichos esfuerzos, los cuales jamás serán suficientes, cuando hablamos de acceso a la educación superior en un país tan desigual como el nuestro, y en un departamento como el Tolima donde las brechas de pobreza saltan a la vista en los territorios.
Como académicos debemos seguir trabajando sin descanso, gestionando recursos, pero sobre todo, poniéndonos en los zapatos del otro, de ese otro que quiere ver a su hijo o su hija profesional, pero que no ha podido por los altos costos, por los intereses del Icetex, o simplemente por falta de oportunidades. Este es el momento de la universidad pública en Colombia, y no podemos ser inferiores a ello.