El niño que cargó maletas en la plaza de Cajamarca se convirtió en un empresario hotelero
Moisés es un hombre tranquilo. Tiene un reloj biológico que lo levanta siempre a las 6:00 de la mañana, lector empedernido, navegante ejemplar; dice con orgullo que conoce más de medio mundo, que disfruta las charlas esporádicas y que aprecia a quien tiene espiritualidad y una conexión con Dios.
Morales ama enormemente dedicarle tiempo a su trabajo y ser administrador hotelero, lo que muchos no saben es que esa vocación la encontró cuando tenía 40 años y ya la vida y las experiencias le habían indicado cuál era el camino.
El tolimense que soñaba con ser empresario
Su historia, como la de muchos, está llena de sacrificios, fracasos y una enorme perseverancia.
Moisés nació en una vereda de Rovira, del Alto de San Juan. Para ese entonces los grupos al margen de la ley tenían el poderío de la zona, así que su familia se vio obligada a dejar su finca y desplazarse cuando él no tenía más de dos años de edad. Allí se quedaron por un tiempo hasta que sus padres se divorciaron y su madre quedó a cargo de la familia.
Moisés no contó con una figura paterna y por eso nunca creyó ese pretexto disfrazado de frase de cajón que dice que “quien crece sin padre será un fracasado”, más bien es un eterno convencido de que el éxito depende de sí mismo y de nadie más. Y su historia es un vivo ejemplo.
Morales no conocería a su papá sino hasta los 14 años, cuando decidió que quería conocerlo. Y el encuentro no trascendió más allá de un hola y un adiós. Realmente su figura paterna fue constituida por uno de sus hermanos mayores quien más adelante se llevaría al resto de la familia a la ciudad de Bogotá.
Allí estudió en un colegio público de la ciudad y cuando estaba a punto de graduarse y se disponía a iniciar una carrera universitaria su mamá sufrió lo que él llama como una “muerte repentina”. “Se fue ese apoyo y nosotros pues a trabajar se dijo, a defendernos”, relata Morales, quien para ese entonces solo contaba con 16 años, por lo que su pregrado tuvo que esperar un par de décadas más.
Sus inicios en la industria hotelera
El deseo de ser empresario estuvo en Moisés desde siempre. Incluso cuando tenía apenas cuatro años y vivía en Cajamarca junto con su familia, recuerda que para ganar algo de dinero le gustaba llevarle las maletas a los foráneos y demás personas que recién llegaban al pueblo. “Siempre me gustó servir”, dice.
“Nunca me gustó trabajar como empleado”, confiesa Moisés. Es por eso que antes de construir el Casa Morales ya había intentado montar una farmacia en el municipio de Acacías, Meta –donde se había ido a vivir uno de sus hermanos- sin embargo, para ese tiempo, la bebida y los excesos lo llevaron a cerrar la farmacia y a separarse de su primer matrimonio, “la vida te da oportunidades hermosas que desaprovechamos”, describe con algo de nostalgia.
Aunque realmente lo que le abrió paso a la industria hotelera fue el meterse en el negocio de las residencias o moteles en la ciudad de Bogotá. “Esa cultura de los moteles era mal vista en Colombia, porque la gente tiene una doble moral, pero es un establecimiento necesario”, comenta.
Moisés tuvo tres moteles en diferentes sectores de la ciudad; uno de ellos en el centro, del que comenta “fue todo un dolor de cabeza” y otro en el Restrepo que, al contrario, resultó ser su bendición y del cual pudo generar los recursos para construir el Casa Morales y salir definitivamente de la administración de las residencias. “Me dije si voy a estar en esto entonces tengo que ser profesional en el área y a los 40 años estudié administración hotelera”, describe.
El origen del Casa Morales
En el año 1997 Moisés abrió el Casa Morales, su proyecto más grande, que inicialmente contaba con 20 habitaciones. “El hotel se construyó por etapas, poco a poco. Solo hasta el 2005 se logró terminar con las últimas habitaciones”, comenta él.
Recuerda que cuando empezó a buscar el lote inició por la Plaza de Bolívar, él deseaba que su hotel quedara estratégicamente ubicado en las zonas más importantes de la ciudad, pero el terreno no estaba habilitado. En vez de eso, encontró un lugar más atractivo en el barrio La Pola, donde antiguamente se ubicaba el Hogar Geriátrico El Jardín de Los Abuelos. En el lugar había un edificio a punto de caerse en mal estado que decía: Se Vende, y Moisés no lo pensó dos veces y lo compró.
Los primeros dos años los pagos del personal del hotel tenían que solventarse de las ganancias de los otros hoteles que tenía Moisés porque aún el Casa Morales no generaba sus propios ingresos. “Como toda empresa mientras se acredita y se conoce”, dice.
Ahora el hotel Casa Morales cuenta con 132 habitaciones, es uno de los hoteles con mayor renombre de la ciudad, lugar donde tradicionalmente se hospedan las candidatas que aspiran al título de reina Nacional del Folclor.
Moisés ve por fin que la constancia y disciplina han tenido esfuerzos y sabe muy bien que si el pequeño de cuatro años, que llevaba las maletas de los foráneos en Cajamarca viera a la persona que es ahora, no tendría otra emoción diferente a orgullo. “He progresado en muchos aspectos de la vida y a pesar de eso se sigue siendo un hombre sencillo y humilde. Actuando bien todo saldrá bien porque uno recoge lo que siembra”, concluye.