Einstein dijo: "Educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única". Y un profesor agregó: "El discurso convence, pero el ejemplo arrastra".
Los niños en las familias aprenden lo que ven, escuchan y/o hacen tanto sus padres como aquellos que los rodean. De ellos aprenden (y aprendimos) muchos comportamientos, y son los adultos quienes ejercen una alta influencia en la determinación del carácter y del proceder; por admiración se imita, a quien nos inspira positivamente; o por rechazo se adopta un patrón de comportamiento negativo u opuesto, en contra de comportamientos indeseados.
Nuestros gobernantes, más allá de las responsabilidades legales, son de alguna manera profesores. Nos enseñan con sus equipos de trabajo cuáles son los caminos que nos conducen a la prosperidad y al desarrollo. Como todo en botica, los hay muy malos, como aquellos que no son capaces de administrar su vida personal, mucho menos la de 50 millones de colombianos; y otros, que, apenas terminando su segunda semana de gobierno ya han mostrado el talante de lo que harán durante el cuatrienio.
Es el caso de la gobernadora Matiz y la alcaldesa Aranda, que arrancaron con los pies en el territorio y literalmente poniéndose las botas y metiéndose al barro.
Si la tradición de las "cabañuelas" utilizada por nuestros campesinos para predecir el clima y saber qué sembrar, pudiéramos aplicarlo a la gestión gubernamental, podría predecir y asegurar -por lo visto en los primeros doce días de enero con estas incansables damas de hierro-, que lo que harán es, trabajar, trabajar y trabajar. Ojalá lo hagan de la manera más inteligente posible y que les rinda. Ojalá sus equipos de trabajo estén a la altura de las expectativas ciudadanas pues como dice Uribe: "El político puede sentir cansancio, pero jamás pereza".
Nuestros gobernantes como líderes que son, están en la obligación de enseñar y gobernar desde el "ejemplo". Preocupados del ser, pero también del parecer. La implacable ciudadanía cada vez más pensante, observará hasta el más mínimo detalle. No rebajarán ni media. Y no es conveniente que se desgaste el capital político y se precipite en caída libre la legitimidad y la consabida gobernabilidad.
Los ciudadanos esperamos mucho de ustedes. Aquí algunos tips que deben estar no solo en la prédica sino en la práctica de nuestros servidores elegidos popularmente. Cada uno de sus actos deben contener lecciones de:
- Lealtad. Pero no exclusivamente para los que litigan en causa propia. Lealtad para con la ciudadanía. Con todos. Electores y no electores. Ellos esperan que las promesas de campaña se conviertan en realidades.
- Respeto por la institucionalidad. Apego y cumplimiento de las normas. Ello supone trabajo armónico con las autoridades a las que se les ha atribuido competencias complementarias y/o concurrentes.
- Responsabilidad. Lo público es sagrado. El trabajo debe desarrollarse con esmero, probidad y diligencia.
- Honestidad. De esta se debe hablar poco y hacer mucho. La ética y la transparencia deben ser una constante alcanzando la integridad.
- El valor de la palabra. Siendo cuidadosos con cada anuncio, que debe estar suficientemente planificado. Lo que para un gobernante puede ser un discurso más, para una comunidad puede ser su bienestar y la vida misma.
- Solidaridad. Se debe enseñar a responder con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en riesgo la vida, la salud o el bienestar de las personas. Allí los gobiernos no podrán dar jamás muestras de indolencia.
Muy seguramente los gobernantes de hoy, ofertaron en sus programas de gobierno comportamientos y prácticas como las descritas. Pero más allá de lo normativo y el voto programático, está la lealtad con los ciudadanos y la obligación de enseñar y gobernar con el ejemplo. Ellos deben ser maestros inspiradores de los ciudadanos. No podemos esperar ni exigir de nuestra comunidad, lo que no damos con el ejemplo y demostramos con nuestros comportamientos.