Se ha conocido este fin de semana la decisión del Gobierno Municipal entrante de asumir la ejecución de las obras de reconstrucción de los escenarios deportivos de la ciudad, a través de la Secretaría de Infraestructura, alejándose del modelo de ejecución que diseñó Luis H. y perfeccionó la administración “con todo el corazón”.
En efecto, desde la concepción inicial del proyecto hace cerca de seis años en el plan criminal para defraudar a la ciudad, el Imdri jugó un papel esencial al confiarse a una entidad descentralizada carente de una estructura técnica adecuada, la ejecución del proyecto más ambicioso de ciudad de las últimas décadas.
Si bien es cierto que el Imdri careció entonces y sigue careciendo de un departamento técnico robusto para liderar un proceso de tal envergadura, tuvo siempre unas características que lo privilegiaban a ojos de la delincuencia de cuello blanco para confiarle tal liderazgo, ya que su carácter de entidad descentralizada, permitió meterle la mano a la contratación en cuerpo ajeno y relajar el control, adoptando medidas administrativas amañadas a través de títeres designados en la gerencia y en la junta directiva.
El Gobierno Nacional que tan agachado ha pasado en la defraudación de los juegos nacionales, miró para otro lado cuando se le dio a un instituto de medio pelo, la ejecución de recursos que ahora se sabe superarán los $200.000 millones. Complicidad que perduró desde el reinado del caído Luis H y se mantuvo en la época en la que reinó la soberbia.
Es por eso que el anuncio de tomar el toro por los cuernos que hace el recién posesionado equipo azul de metileno, asumiendo a través de la Secretaría de Infraestructura el liderazgo que demanda un tema de esta magnitud, debe registrarse como un primer hecho positivo en esta cadena de infortunios.
Lo segundo, sería develar en el corto plazo y a ojos de la ciudad, la verdadera situación de la contratación del Imdri. Falta saber si tienen los pantalones necesarios.