Camilo Pérez Salamanca, el cronista de Ibagué
Camilo Pérez Salamanca ha publicado 15 libros y tiene otros 10 en espera. La mayor parte de su vida la dedicó al periodismo, un oficio en el que aprendió, como los grandes maestros del siglo pasado, a tomar notas y encontrar historias ocultas en personajes anónimos de la ciudad.
Su amor por Ibagué y su curiosidad innata lo llevaron a investigar cosas que otros jamás han hecho. Durante al menos dos años, pasó largas temporadas en la hemeroteca nacional rebuscando entre viejos periódicos las historias, personajes y anécdotas más interesantes del siglo XIX, esto con el único interés de contar detalles que nunca habían sido revelados.
“Recuerdo cuando encontré en el periódico Neogranadino un artículo que se titulaba ‘Colombia país exportador’, y me causó curiosidad porque para finales de 1800 no se me ocurría que pudiéramos ser exportadores de algo. Sin embargo, en la nota encontré que desde aquí se vendían sombreros para el exterior y que Chaparral era uno de los municipios de Colombia dedicados a la fabricación de este artículo”, relata.
Camilo declara que tiene buena memoria y lo comprueba con cada uno de los datos que recuerda con precisión. Fechas, momentos y nombres no se escapan de su mente, por eso guarda anécdotas de Ibagué, la ciudad en la que ejerció su oficio toda la vida.
“Uno no nace siendo escritor, se hace de una sola forma y es leyendo, leyendo y leyendo. Cuando era joven me decían escriba, borre, bote y vuelva a escribir. De eso de trata, de hacerlo muchas veces para perfeccionarse”, asegura.
Y es que luego de leer centenares de libros decidió publicar los suyos para contarle a los ibaguereños las historias que se encontraban escondidas entre las calles que ya no están, entre los barrios que cambiaron de nombre de esa Ibagué de antaño, un lugar que todavía no se vislumbraba como una capital, sino como un pueblo grande.
De igual forma, en su quehacer periodístico encontró personajes dignos de sus textos, algunos muy reconocidos, pero no por pertenecer a familias adineradas o ejercer cargos importantes, sino por ser parte de la cotidianidad de la ciudad.
Así fue como en 2013 publicó el Quinteto de Ibagué, una serie de textos en los cuales reconstruye la historia de la ciudad, y todo ello a través de las palabras de personajes anónimos: hombres y mujeres que son invisibilizados, despreciados y olvidados por todos.
Camilo logró recopilar al menos 100 historias de personas como Anabeiba Tucumá “Chita”; el cartero Pedro Arce; Don Justo Rozo -un chofer de bus urbano-; ‘Chencha’, un voceador de periódicos; y la ‘Guacharaca’ y ‘Badana’, dos habitantes de calle populares en la capital del Tolima durante el siglo XX.
Sin embargo, hay dos entrevistas que tienen un significado especial para él. La primera de ellas fue la que hizo a ‘El loco Álvaro’, un personaje que recorría las calles de Ibagué con una vestimenta particular.
En el libro, Camilo transcribe la entrevista que le realiza al curioso persinaje: “¿Qué es el olvido?”, le pregunta Pérez Salamanca; y ‘El loco Álvaro’ responde: “Es el vacío de la memoria”. Luego de más de una decena de preguntas, el periodista escribe: “-¿Usted es loco?" Y su personaje le responde: "El loco es usted que perdió tiempo haciéndome un reportaje que nadie va a leer”.
“También recuerdo la entrevista que le hice a Álvaro Mutis. Tenía una grabadora para conservar sus respuestas y dejar un espacio para su discurso. Hice lo primero y luego la puse en el lugar en donde Mutis iba a hablar para agradecer el reconocimiento que le hacía la Universidad del Tolima para esa ocasión. Pero la olvidé (la grabadora) por irme a pedirle una firma de un libro suyo. Cuando volví, el aparato no estaba y perdí mi trabajo. Me tocó hacer uso de mi buena memoria y reconstruirla con lo que me acordaba”, cuenta.
Como estas, son miles de anécdotas y recuerdos los que tiene Camilo Pérez Salamanca, un hombre que encontró en la crónica el género para contar la Ibagué que muchos conocen, pero que no se detienen a buscar sus detalles.
Actualmente, Camilo pasa los días con Idaly, su esposa, compañera y cómplice. Quien lo ha inspirado a escribir versos desde hace 40 años que están juntos.
Ahora, debido a la discapacidad visual de Pérez Salamanca, es Idaly quien en varios cuadernos transcribe sus relatos e ideas: “Algunas noches se despierta a las 3:00 de la mañana y cuando quiere escribir estamos despiertos hasta las 6:00 de la mañana. Otras veces sigue durmiendo, y al día siguiente me dice lo que había memorizado”, relata Idaly.
A pesar de su situación de salud, Camilo no para de escribir, incluso en su página de Facebook acostumbra a publicar sus artículos. Y aunque ahora no ejerza el periodismo, definitivamente es y seguirá siendo un referente para este oficio que Gabriel García Márquez denominó “el más bello del mundo”.