Con el objetivo de que la ciudad prospere es importante que el Plan de Desarrollo sea viable y realizable en un periodo de cuatro años, y evitar planes que pretenden abarcarlo todo, materializan poco y concluyen menos.
Los Planes de Desarrollo son la hoja de ruta programática que estructura las acciones a realizar durante una administración. Recientemente en Ibagué, éstos han pecado de optimistas al incluir un sinnúmero de actividades, metas irrealizables, imposibles de cumplir en escasos cuatro años, con un presupuesto ajustado como es usual. Por lo general, contienen propuestas que no corresponden al contexto de la ciudad ni a su realidad social, por el contrario evidencian débiles estrategias de planeación, organización, gestión y por supuesto de ejecución.
En un repaso rápido se evidencian promesas que se quedan en el papel. El Plan de Desarrollo de Rubén Darío Rodríguez, aprobado en junio de 2004, incorporaba la implementación de sistemas alternativos de transporte (cable, ferrocarril, redes viales veredales y ciclorrutas), el establecimiento de transporte escolar a poblaciones vulnerables, discapacitados y especiales. ¿En qué quedo eso?. Más extraño cuando establecen en el 2004 mantener el manejo integral de las ciclovías y ciclorrutas de la ciudad, perdón cuáles? ¿Donde están? ¿Estamos hablando de la misma ciudad? o aún peor, ¿se copiaron de otro plan de desarrollo y se les fue esa parte?. También me gustaría ver el observatorio de cultura que se estipuló en el Plan de Desarrollo hace más de 10 años.
Luego, en el 2008 tuvimos a Jesús María Botero, condecorado como mejor alcalde del país en el 2011, pero quien años más tarde fue inhabilitado por 10 años para ejercer cualquier cargo público, debido a la adjudicación de contratos a dedo y en algunos casos no convocar a licitaciones; esto bajo elementos de buen gobierno que eran eje de su administración: transparencia, sentido de pertenencia, compromiso con Ibagué y la cultura de la probidad – rectitud e integridad en el ejercicio de las funciones públicas.
Siguió Luis Hernando Rodríguez en el 2012 con su Plan de Desarrollo “Ibagué, camino a la seguridad humana”, el cual tenía una noción colectiva de la prevalencia de lo público proyectando a Ibagué como una tierra de oportunidades. Desafortunadamente se quedo en eso, en la oportunidad de hacer un cambio sin precedentes siendo la ciudad sede de los Juegos Nacionales, pero por el contrario la ciudad retrocedió en cuanto a los niveles de pobreza, educación, salud y desempleo.
Actualmente, no se ha terminado la administración del alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo, pero después de deficientes gobiernos anteriores su misión ha sido ‘reconstruir’ la ciudad, y aún queda un largo camino por recorrer: no se han finalizado las construcciones de los escenarios deportivos, el acueducto complementario y la restauración del panóptico apenas están en curso, y los índices de seguridad y desempleo siguen siendo preocupantes.
Llama la atención que los planes de desarrollo de las últimas casi dos décadas reiteran la importancia y el valor de Ibagué como ciudad musical de Colombia, manifestando el interés de que sea un polo de atracción turística, cultural y de desarrollo económico. Pero hasta el momento no hay acciones concretas hacia este objetivo.
Señor alcalde o señora alcaldesa plantee metas claras y precisas porque en cuatro años usted no va a arreglar milagrosamente la ciudad. Sea transparente y correcto, los recursos públicos son de la gente, sea democrático y construya políticas públicas consensuadas con la comunidad, contrate personas competentes para los cargos, abra mecanismos que faciliten el acceso de comunicación con la ciudadanía, y por último tenga en cuenta aquellos programas exitosos de la administración anterior para continuarlos, se deben dejar a un lado los egos políticos y pensar en beneficio de la ciudadanía.
Y por favor, cuando llegue a ser elegido o elegida recuerde que el objeto de su trabajo es maximizar o alcanzar los mayores niveles de bienes y servicios sociales para mejorar la calidad de vida, el desarrollo humano y la garantía de los derechos de los habitantes de la ciudad de Ibagué. Y esto solo se logra bajo principios como la transparencia, la equidad y la justicia social.