Fui de la generación que creció con la frase emblemática “A luchar por la justicia” utilizada por Supermán cada vez que se enfrentaba a la difícil tarea de “salvar” el mundo. Al igual que muchos contemporáneos, nuestras tardes y fines de semana giraban en torno a querer algún día tener las habilidades futbolísticas de Oliver Atom que recorría una cancha que pareciera que no tuviera fin; las peleas de Seiya e Ikki de Fénix (Caballeros del Zodiaco), Gokú y Vegueta (Dragon Ball), León - O y Munrra (Los Thundercats); o en la búsqueda eterna de José Miel a su mamá.
Crecimos con los estereotipos que Disney nos vendió y que sigue haciéndolo con las nuevas generaciones, y que son “un problema social, originarios de las diferentes clases sociales, la discriminación, etc. Al observar el estereotipo de una princesa, se aprecia la belleza física (tiene que ser delgada), el amor, y todo lo perfecto para tener un final feliz. Y como todos sabemos, no es así; la vida está compuesta por diversas cosas que los niños tienen que aprender, y al sentirse identificados con estos personajes ideales, concluyen con una idea de la vida superficial”. (1)
A excepción de “Plaza Sésamo”, pionera en la televisión educativa contemporánea desde 1972 y el referente más popular en televisión educativa de todos los tiempos; del “Tesoro del Saber”, que gran parte de sus temáticas las direccionaba a la enseñanza básica en ciencias sociales y naturales, matemáticas y lenguaje, y de “Los Dumis”, serie de televisión que enseñaba a los niños buenas costumbres ciudadanas, somos una generación que mayoritariamente se inclina por los dibujos animados que le apostaban a la violencia, la rivalidad, el rencor y otra serie de anti-valores.
Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué no se nos presentó una amplia oferta de dibujos animados que le apostaran al aprendizaje? ¿Qué políticas estatales se dieron para el fortalecimiento de contenidos educativos en Colombia? ¿Qué contenidos de éstos tenían la intención de resaltar la cultura? ¿Qué tipo de valores nos estaban vendiendo dichos programas? ¿La historia de nuestra región o país era un tema que no importaba resaltar?
Hoy los dibujos animados son fundamentalmente producidos y emitidos por multinacionales del entretenimiento como Discovery kids, Cartoon Network, Discovery Kids, Baby Tv, Boomerang, Nick Jr y por supuesto toda la plataforma Disney.
Estas plataformas que producen por un lado sus propios contenidos, que en algunos casos intenta enseñar bases a los niños, que obedecen a dinámicas mercantiles aisladas de la realidad y el entorno que nos rodea, y que prefieren apostarle a rencauchar programas con los que también crecimos como Tom y Jerry, Mickey Mouse y el chavo del 8 en su versión animada.
En ningún momento sus parrillas de programación le apuestan a la transmisión cultural e histórica de un contexto determinado como el nuestro. De manera aislada se han realizado algunos esfuerzos como Mr. Trance, serie que narra la historia de un personaje que enfrenta los problemas del día a día, como lo son la globalización o los trancones e intenta salir de sus problemas utilizando la imaginación y la música, y que fue coproducida por Señal Colombia y con el que se logró hacer 23 episodios que se transmitieron por Cartoon Network.
En Colombia se han intentado también hacer esfuerzos fallidos desde los dibujos animados para rescatar a través del recurso de la animación, la cultura, la historia y las problemáticas del país. De manera solitaria, sin políticas gubernamentales que promuevan dichas iniciativas, y sin intereses claros de las multinacionales que hoy absorben el mercado de la televisión infantil, aparecen proyectos como la película Bolívar, El Héroe (2003) un animé producido por Guillermo Rincón, que cuenta la vida del Libertador, y que luego de dos años de producción duró 4 semanas en taquilla y terminó en el baúl de los fugaces y desconocidos recuerdos.
Qué decir de la primera película animada en 3D en nuestro país, “Pequeñas voces”, que resume las historias de niños desplazados entre 8 y 13 años, que a través de dibujos contaron sus sueños y sus miedos. Proyecto que participó en importantes festivales como el de cine de Venecia, pero que no contó con la difusión por parte de los canales privados o de los medios masivos de comunicación. (Ver video)
Sin embargo, no todo está perdido. Es importante resaltar los esfuerzos que está haciendo Señal Colombia con programas como Guillermina y Candelario, inspirado en personajes afrodescendientes y escenarios del Pacífico colombiano, que tiene como uno de sus objetivos rescatar la cultura y la tradición de nuestro país.
Hoy, este buen ejemplo, goza de reconocimientos internaciones en festivales como el Prix Jeunesse Iberoamericano (2011 y 2013) Divercine de Uruguay; el proyecto hoy es transmedia y además de la serie, cuenta con contenidos digitales y para dispositivos móviles. (Ver video)
Asimismo, nos encontramos con el Profesor Súper O, que a través de parodiar el estereotipo del súper héroe, lucha por la corrección idiomática y el rescatar la cultura de la costa pacífica colombiana. Tiempo después esta serie fue encaminada a otras temáticas como la historia en Súper O histórico, la educación ecológica en Súper O recargado y solución de empresas en Súper O Gobierno en Línea. (Ver video)
Puerto de papel es otro gran ejemplo, que a través de un personaje preadolescente, recrean vivencias a partir de temáticas como la amistad, la ecología, la toma de decisiones y otras situaciones típicas de esta edad de una manera inesperada y con un lenguaje lleno de humor. Este proyecto se llevó el galardón de mejor producción infantil en los Premios TAL, la red de televisoras de América Latina. (Ver video)
Como podemos darnos cuenta, existen buenos programas, pero que lamentablemente no cuentan con el respaldo mercantilista, el apoyo gubernamental para competir con las parrillas de las grandes cadenas o de las normatividades para exigir su inclusión dentro de los canales privados.
Pero es la labor que tenemos como padres de mostrarles a nuestros hijos contenidos alternativos que les permitan adentrarse en la cultura del país, en la historia que nos traza y en la riqueza de nuestra gente y folclor, para que cuando las nuevas generaciones escuchen la frase “A luchar por la justicia”, sea la de la igualdad, la inclusión y el respeto por el otro, que es la verdadera forma de salvar el mundo.
1) CLAIRE, Mitri. Revista Creación y Producción en Diseño y Comunicación. Año VI, Vol. 25, Noviembre 2009, Buenos Aires, Argentina. Páginas 113-116