Durante la última década, el sector turismo en Colombia ha mejorado su posición en la economía nacional, llegando al tercer renglón de importancia en la generación de divisas, y solo superado por el petróleo y el carbón. Esto lo sitúa por encima de las exportaciones tradicionales del país como son el café, el banano, el algodón, entre otros productos agrícolas.
Desde inicios de la década del 2000, el sector turístico en Colombia ha reportado un auge sin precedentes. Esta creciente expansión ha estimulado el debate sobre los efectos económicos, sociales y ambientales de la emergente vocación turística del país. Adicional, se ha generado una gran incógnita acerca del rol del sector gubernamental y de las políticas públicas para su regulación.
La discusión acerca del impacto del turismo en el país parte de la capacidad de entender y asimilar que es una actividad que debe ser comprendida, no simplemente como generación de ingresos y crecimiento económico, sino de cómo se distribuyen socialmente tanto sus beneficios como sus efectos colaterales indeseados.
Numerosos documentos y estudios dan fe del potencial turístico del Tolima y de Ibagué. Lastimosamente, la administración pública del Departamento ha sido la encargada de descuidar y prestar poca atención a uno de los sectores económicos más promisorios en el mundo.
El desconocimiento de la actividades es tal que ha llevado al nombramiento de personal no idóneo y poco capacitado que durante los cuatro años de mandato regional han sido pocos y dispersos los avances que el Departamento ha tenido en aspectos turísticos.
La precaria infraestructura turística y la falta de inversión pública con la que se cuenta en la mayoría de atractivos, es una de las principales falencias que se tienen para posicionar el departamento como un destino turístico.
Sin hablar de la baja competitividad en algunos de los servicios que se prestan como alojamiento, restaurantes, guías, tecnología e información turística. Lastimosamente estamos lejos de igualar las cifras de Cartagena, San Andrés, Santa Marta, Medellín, Bogotá o el Eje cafetero quienes reciben el mayor porcentaje de turistas que llegan al país.
De acuerdo a lo anterior, es evidente que para desarrollar la actividad turística en un territorio no basta solo con tener las potencialidades y los recursos o atractivos turísticos, pues se requiere de la planificación y la gestión de la actividad turística como herramientas e instrumentos para lograr un verdadero desarrollo del turismo hacia el interior de los territorios y su adecuada articulación con las economías locales.
El desarrollo turístico en los territorios debe abordarse desde una perspectiva integradora, donde se analicen todos los posibles impactos del turismo y donde se tenga una participación activa de todos los organismos, sectores y la población local, los cuales influyen directa o indirectamente en la toma de decisiones.
Así las cosas, cada vez se evidencia más la falta de voluntad política y la desarticulación con el sector privado que hace unos esfuerzos enormes por promocionar una región y un departamento al que a sus gobernantes no les interesa el turismo.